Luxor

Qué ver en Luxor: templos de Karnak, el Valle de los Reyes de Egipto y mucho más

Mucho es lo que el viajero tiene que ver en Luxor. Y por ello, dedicar sólo un día a su visita es, a todas luces, insuficiente. ¡Algunos de los lugares de mayor interés de todo el Antiguo Egipto se encuentran aquí! Ejemplos de ello son el templo de Luxor, los templos de Karnak, el Valle de los Reyes de Egipto, el Templo de Hatshepsut o el Ramesseum, entre otros. Por ello, en esta página te explicamos todo lo que debes saber sobre esta ciudad y sus restos arqueológicos, auténtico epicentro de la Egiptología moderna y destino obligatorio para quienes realizan un crucero por el Nilo, antes, durante o después de embarcarse en él. 

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Tabla de contenidos

Una breve aclaración de términos

En Luxor, como en prácticamente todo Egipto, puede haber una pequeña confusión de términos. Esto se debe no solo al cambio de idioma, sino también a los diferentes alfabetos empleados para denominar los lugares: jeroglífico, hierático, demótico, árabe, griego, latín… Además, hay que sumar que los nombres que los propios egipcios daban a sus lugares difieren de los que los griegos les pusieron más tarde. En el mundo occidental, lo habitual es usar el nombre dado por los griegos, quizás por ser resultar más sencillos o cercanos. 

Por último, la variedad de lugares de interés de destino turístico hace que los términos geográficos a veces se confundan. Por tanto, de ahora en adelante debes tener muy claros los siguientes términos:

  • Uaset: es el nombre que daban los antiguos egipcios a su ciudad. Significaba ‘ciudad del Cetro’. Es un término que no utilizaremos, pues apenas está difundido en la actualidad. Más adelante, en lengua demótica, pasó a llamarse ta ipet
  • Tebas: es el nombre que dieron los griegos a esta ciudad del Antiguo Egipto. Deriva del antiguo nombre en demótico ta ipet. También en Grecia hay una ciudad con este nombre, importante en la Antigüedad, pero eso es solo pura coincidencia
  • Karnak: fue un gran conjunto de templos situado en la ciudad de Tebas, en su zona norte
  • Luxor: es el nombre que dieron los árabes a la ciudad edificada sobre las ruinas de Tebas que, pese a ello, mantuvo en pie importantes restos de sus construcciones, como por ejemplo sus palacios. De hecho, en árabe se le llama al-Qusur, que podría traducirse como “Los Palacios” o “Las Fortalezas”, que los occidentales convirtieron en ‘Luxor’.
 

En esta página te contamos lo más interesante que ver en Luxor y empleamos este nombre por tratarse de la ciudad actual y del término más difundido a nivel turístico. Pero cuando hagamos referencia a la civilización del Antiguo Egipto, emplearemos también el nombre de ‘Tebas’ o ‘antigua Tebas’.

Cómo llegar a Luxor

Situación geográfica y clima de Luxor

Una cuestión fundamental que tiene que ver con Luxor es su clima, que está condicionado por su situación geográfica. Esta ciudad se encuentra en el Alto Egipto, a unos 650 km al sur de El Cairo, lo que equivale a unas 7 horas y media en coche desde la capital egipcia. Situada en la ribera del Nilo, la superficie habitada se corresponde con la vega fértil del río, que ocupa unos 5 km a cada lado y en línea recta desde la orilla.

Más allá de esta vega, se abre el más árido desierto: hacia el este, el Arábigo u Oriental, y hacia el oeste, el Líbico u Occidental. Por tanto, pese al curso del Nilo, el clima de esta ciudad es típicamente desértico. Su clasificación es BWh, como el resto del país, pero aquí sus características son mucho más acusadas que en otros puntos de Egipto, como el Delta o las costas. Estos son los valores meteorológicos de la ciudad:

  • Temperaturas máximas medias: en mayo, junio y julio se registran las más altas, superando los 40ºC en las horas centrales del día, pero con picos que pueden rozar los 50ºC algunos días. Diciembre y enero son los meses más ‘frescos’, con medias máximas de unos 23ºC o 24ºC
  • Temperaturas mínimas medias: en verano, por la noche superan ligeramente los 20ºC, pero en invierno descienden hasta los 6ºC, registrándose en ocasiones décimas negativas
  • Amplitud térmica: como es característico en climas desérticos, es enorme. A lo largo del día se pueden experimentar 20ºC de diferencia entre día y noche. Y entre invierno y verano, otros 20ºC de diferencia, ya sea entre temperaturas máximas o entre mínimas
  • Humedad relativa: es bajísima, ligeramente por encima del 50% en invierno y por debajo de 30% en verano

A efectos prácticos, lo que debes saber es que las horas centrales del día pueden ser sofocantes, especialmente en verano. Si vas a realizar tu viaje en esa época del año, te recomendamos adelantar en la mañana o retrasar en la tarde todo lo que tengas que ver en Luxor, dedicando el mediodía a reponer fuerzas o darte un refrescante baño en la piscina de tu hotel. 

También puedes programar para ese momento alguna visita en espacios con aire acondicionado, como podrían ser los museos de la ciudad (ver sección ‘Museos que ver en Luxor’) o visitar el interior del Valle de los Reyes, cuyos hipogeos pueden ser un buen refugio contra el calor, aunque el aire en su interior no es precisamente fresco, al menos sirve de cobijo contra la radiación solar, tan extrema cuando el sol se encuentra alto en el cielo.

Historia de Luxor

Hasta el año 2.150 a.C., Tebas era una pequeña población, referente de su nomos, es decir, la porción de tierra cultivable en que se encuadraba. Para entonces, su peso en el Antiguo Egipto no era reseñable, nada que ver con otras capitales anteriores, como Menfis, Tinis o la cercana Hieracómpolis. Sus templos debieron de ser relativamente pequeños y dedicados a las divinidades  locales, como Montu, Mut y Amón. Ninguno de ellos los encontrarás en nuestra lista de propuestas que ver en Luxor, pues nada de ellos ha quedado.

Sin embargo, algo empezó a cambiar a partir de esa fecha. El país estaba fuertemente dividido territorialmente, sin un faraón que ejerciera un dominio común como había pasado en los siglos anteriores durante el Imperio Antiguo. Y los nomarcas de Tebas comenzaron a mostrar un mayor vigor militar que les llevó a someter progresivamente a los nomos vecinos, expandiendo su dominio hacia el sur y hacia el norte, hasta someter prácticamente todo lo que hoy conocemos como Egipto. 

Era la llamada Dinastía XI (h. 2150-h. 1990 a.C), entre los que destacaron Menthuotep II, Menthuotep III y Menthuotep IV, artífices de una nueva reunificación del Antiguo Egipto. Tal periodo se conoce como Imperio Medio, y tuvo Tebas como nueva capital. Por tanto, la ciudad comenzaba a crecer en tamaño y en esplendor

Mayor impulso recibió aún con la siguiente dinastía, la XII, continuadora de la anterior, que iniciaron algunas de las construcciones más importantes que ver en la Luxor actual. En especial, los templos de Karnak, que empezaron a construirse bajo el reinado de faraones como Sesostris I, quien levantó la Capilla Blanca, hoy reconstruida con sus propios bloques de piedra. Es una época en la que la ciudad no sólo crece cuantitativamente, sino también simbólicamente, puesto que sus templos y divinidades empiezan erigirse en referentes para el resto del territorio. En especial, Amón, que pasará a asimilarse con el dios solar Ra para convertirse en Amón-Ra, y que recibía culto en el mencionado recinto de Karnak.

Con la caída de la Dinastía XII se abrió un nuevo periodo de turbulencias y división, el Segundo Periodo Intermedio (h.1750-h. 1550), en este caso provocado en buena medida por la invasión de los hicsos. Sin embargo, los gobernadores locales tebanos (dinastía XVII, coetánea a las de otras zonas del país) desempeñaron un papel fundamental: desde aquí se rearmaron militarmente para expulsar a los invasores y reunificar, una vez más, el país con Tebas como capital.

De esta manera, las dinastías XVIII, XIX y XX protagonizaron durante el Imperio Nuevo (h. 1550-1069 a.C) el periodo de mayor esplendor para la ciudad. Y con ello, la construcción de los principales monumentos que ver en Luxor hoy en día: el Valle de los Reyes de Egipto, el templo el Hatshepsut, el templo de Luxor, etc. Y también, se ampliaron considerablemente los templos de Karnak, que con cada nueva conquista militar egipcia veía crecer su recinto, a modo de agradecimiento divino de parte de los faraones.

Pero en paralelo al esplendor de la antigua Tebas, fue creciendo en su seno la importancia del clero de Amón. Su influencia condicionaba incluso al faraón, lo que llegó a provocar el cisma de Akhenatón o Amenofis IV (dinastía XVIII) en el Periodo de Amarna. Este faraón decidió poner fin abruptamente a sus prebendas, privilegios y cuotas de poder: instauró el culto monoteísta del disco solar Atón, trasladando su residencia y capital a la nueva ciudad de Ajetatón, en la actual Tell el-Amarna

Tras su hijo Tutankhamón y, sobre todo, a partir de la primera dinastía Ramésida (la XIX), se restableció el culto politeísta y la importancia religiosa de Tebas, aunque la capital se trasladó a una nueva ciudad fundada por estos faraones: Pi-Ramsés, en el Delta del Nilo. En Tebas, en cambio, quedaron como gobernantes efectivos los sumos sacerdotes de Amón, algunos de los cuales ostentaron incluso el título de faraón durante las dinastías XXI y XXII. De modo que, aunque el Antiguo Egipto y Tebas habían entrado ya en el menos esplendoroso tercer Período Intermedio (1069-747 a.C), el clero de Amón y los gobernantes locales siguieron embelleciendo la ciudad y sus templos, dejando también interesantes detalles que ver en la Luxor actual.

Tebas se mantuvo como centro espiritual hasta el final de esta civilización, sobreponiéndose al maltrato y abandono de los posteriores invasores persas. Así lo demuestra, por ejemplo, la visita a la ciudad de Alejandro Magno durante su estancia en el país, tras su victoria sobre los asirios. Una visita que hizo coincidir con el Festival de Opet, que aquí se celebraba. Por ello, el emperador heleno, coronado como faraón, reacondicionó algunos elementos del templo de Luxor.

Tebas se convierte en al-Qusur: el periodo árabe

En la línea de Alejandro Magno, los primeros monarcas ptolemaicos mostraron similar respeto por los recintos sagrados de la ciudad: el templo de Luxor y los templos de Karnak. Sin embargo, se perdió la continuidad de culto egipcio durante tiempos romanos y bizantinos, provocando que la ciudad fuese perdiendo su vitalidad. El templo de Luxor, de hecho, fue parcialmente convertido en iglesia cristiana a finales del siglo IV d.C. Y algunas tumbas del Valle de los Reyes de Egipto sirvieron incluso como refugio para ermitaños coptos.

Hacia el 640, tras la fulgurante conquista de Egipto por parte de los árabes, también se produjeron importantes cambios en la ciudad y en sus recintos sagrados. Conocedores de la importancia histórica y simbólica de la antigua Tebas, le dieron un nuevo nombre basándose en los restos que quedaban de ella. Y de ello deriva el nombre actual: al-Qusur (‘Los Palacios’), en referencia a los templos de Karnak y al templo de Luxor. Sin embargo, no recuperó el esplendor pasado y se mantuvo como una humilde población construida sobre las ruinas de la gloriosa capital tebana.

Y al decir que se construyó sobre las ruinas de la antigua Tebas no estamos hablando de forma figurada: los lugares más significativos de aquella ciudad fueron quedando paulatinamente sepultados bajo una capa de arena depositada por los vientos del desierto, cubriendo casi por completo las construcciones originales… por suerte para quienes las visitan en la actualidad, pues eso ayudó al excelente estado de conservación de los monumentos que hay que ver en la Luxor de hoy. 

En cualquier caso, los nuevos moradores árabes fueron más allá y, como puede verse en la actualidad, ocuparon parte del templo de Luxor para construir la mezquita de Abou Al Hagag, en una singular combinación de elementos de ambos periodos, donde minaretes y pilonos se mezclan en un todo. El nombre de esta mezquita evoca a Sheikh Yusuf Abou Al Hagag (siglo XIII), personaje sagrado y considerado descendiente de Mahoma por vía de su hija Fátima. Y desde que fue sepultado aquí en el siglo XIII, comenzó a recibir conmemoración solemne y anual su mawlid o cumpleaños.

Este evento religioso fue prácticamente lo único que aportó cierto nombre a Luxor durante los siglos siguientes hasta que, gracias al desarrollo de la Egiptología del s.XIX, el mundo volviera a poner sus ojos en las ruinas de la antigua Tebas. Un interés que también provocó el redescubrimiento del Valle de los Reyes de Egipto, cuyos tesoros fueron extraídos por aquel entonces con un afán más propio de cazatesoros que de arqueólogos conservacionistas. 

Una Egiptología que derivó en Egiptomanía en el siglo XX, especialmente tras el descubrimiento de la tumba de Tutankhamón en 1922. Para entonces, y por el bien del país, los nuevos hallazgos ya pasaban a engrosar las colecciones de los museos egipcios, atrayendo a un número cada vez más grande de turistas. Ahora, nada tiene que ver Luxor con aquella ciudad que perdía su patrimonio a pasos agigantados. Y de hecho, desde 1979 es Patrimonio de la Humanidad de la Unesco, bajo el título: Antigua Tebas con sus necrópolis.

Qué ver en la ciuda de Luxor

Luxor en la actualidad

Actualmente, como no hay más que ver, Luxor es una ciudad en la que la gran mayoría de sus habitantes, directa o indirectamente, dependen del sector del turismo: más de tres cuartas partes de la masa laboral, según algunas fuentes. Muchos también se dedican a la agricultura, en especial al cultivo de la caña de azúcar, y es habitual que muchos residentes locales cultiven parcelas de terreno para su propio beneficio.

La ciudad actual tiene una población de medio millón de habitantes aproximadamente y ha sabido aprovechar los grandes flujos de turistas para renovar su centro urbano y sus servicios, como demuestra la rehabilitación de su Corniche (paseo fluvial en la orilla oriental del Nilo) o la fundación de una nueva universidad en 2019.

Qué ver en Luxor

Por la importancia política y religiosa que tuvo la antigua Tebas, es fácil de imaginar que hay muchas cosas que ver en Luxor. Muchísimas. Pero por suerte, no están excesivamente alejadas unas de otras. Para que te resulte más fácil moverte por los lugares de interés, dividiremos lo que hay que ver en Luxor en dos grandes zonas

  • Luxor ciudad: aquí es donde están los dos grandes recintos arqueológicos y monumentales de la orilla oriental del Nilo el templo de Luxor (zona centro) y los templos de Karnak (ligeramente más al norte)
  • Orilla Occidental (oeste de Tebas): al otro lado del Nilo, más allá de los campos de cultivo, en lo que a simple vista parecen unas elevaciones rocosas peladas y sin interés, se encuentran algunos de los lugares más fascinantes del Antiguo Egipto: el Ramesseum, el templo de Hatshepsut y el Valle de los Reyes de Egipto… entre otros atractivos que ver Luxor, pues hay juchos más

El enlace entre ambas zonas se realiza a la altura del templo de Luxor: allí encontrarás un transbordador que, cada poco tiempo, cruza el Nilo de una orilla a otra para trasladar pasajeros, principalmente turistas. En la sección ‘Información práctica sobre Luxor’ te damos más detalles.

Templos de Luxor y Karnak

La ciudad: el templo de Luxor y los templos de Karnak

El área del templo de Luxor se considera el centro de la ciudad, al menos desde un punto de vista turístico. Y también ocupaba el corazón de la antigua ciudad egipcia de Tebas. Por tanto, lo puedes tomar como el referente para desplazarte a los grandes atractivos que ver en Luxor. De hecho, uno de los espacios públicos preferidos por turistas y locales es la plaza Abou Al Hagag, a la que se asoma tanto la mezquita del mismo nombre como el mencionado templo de Luxor. Está a escasos centenares de metros de la estación de ferrocarril y pegado al embarcadero desde el que parte el transbordador hacia la orilla occidental.

Por tanto, tu programa de visitas puede empezar por el templo de Luxor. Y a pesar de su ubicación estratégica, no es un lugar muy bullicioso, por lo que podrás verlo tranquilamente y a tu ritmo. Una sugerencia es visitarlo de noche, cuando la iluminación nocturna eleva su magnetismo y solemnidad a la máxima expresión.

El primer y gran artífice del templo de Luxor fue Amenofis III (o Amenhotep III) de la dinastía XVIII, allá por el siglo XIV a.C. Lo promovió en pleno apogeo de la ciudad tebana, capital por aquel entonces del Antiguo Egipto. No obstante, ha sufrido cambios, con añadidos y pérdidas. Su proyecto monumental, por cierto, incluyó otro templo funerario en la Orilla Occidental, del que sólo se conservan los colosos de Memnón. 

Hasta el interior del templo de Luxor llegarás por medio de la espectacular Avenida de las Esfinges, una vía pavimentada que en su momento conectaba esta edificación con los templos de Karnak, ubicados unos 3 km al norte. En su momento llegó a tener… ¡unas 700 esfinges! Un recorrido espectacular que se realizaba durante el Festival de Opet y que servía de celebración de la inundación anual del Nilo, así como de reafirmación en el poder del faraón. En esa celebración se transportaban en barcas portátiles imágenes sagradas de la tríada local: Amón-Ra, Mut y Jonsu). Una festividad que en la actualidad se recrea, con centenares de participantes y vestimenta típica, lo que supone un interesante espectáculo que ver en Luxor si tu viaje coincide con él.

Flanqueado por las esfinges que quedan, llegarás hasta el primer pilono del templo de Luxor, levantado algo después en tiempos de Ramsés II, en cuyos muros mandó grabar la batalla de Qadesh contra el imperio hitita (1274 a.C). De ella se sintió muy orgulloso, como también demuestra Abu Simbel… aunque en realidad la contienda terminó en tablas. No contento con ello, también ordenó levantar seis estatuas colosales de sí mismo y dos obeliscos. Ahora quedan, esencialmente, dos sedentes a cada lado de la entrada, así como un obelisco (el otro, por cierto, es el que se erige en la Plaza de la Concordia de París).

El siguiente espacio del templo de Luxor también lo ordenó construir este faraón: el Gran Patio de Ramsés II, con hileras de columnas con capiteles en forma de papiro. También hay un espacio dedicado al Santuario de la Barca. Y es aquí donde se encuentra incrustada la mezquita de Abou Al Hagag que, dada la devoción de las gentes locales por este personaje sagrado, se decidió mantener en su ubicación actual tras los trabajos arqueológicos. Y, de paso, hacer posible que este templo haya mantenido un culto religioso durante más de 3.000 años de manera ininterrumpida. ¡Todo un récord!

Tras este gran patio, el templo de Luxor ‘vuelve’ a sus orígenes, con espacios concebidos principalmente durante el reinado de Amenofis III: la espectacular columnata procesional deja sin palabras al visitante por las dimensiones de sus columnas, con más de 20 metros de altura, lo que probablemente sirvió de inspiración para la sala hipóstila de Karnak. El Patio del Sol, con hileras de columnas en tres lados, da paso a la sala hipóstila y, ésta, a los santuarios interiores y techados. 

Además de cámaras y santuarios, como otro de la Barca, se conserva el ‘sancta sanctorum’, espacio al que solo accedía el faraón y el sacerdote, donde se guardaba la imagen de Amón-Ra, que ya no se conserva. No obstante, también se pueden observar marcas dejadas por el campamento que los romanos montaron aquí en su momento.

Tras visitar este templo, puedes emprender rumbo hacia el otro gran recinto sagrado  que ver en Luxor: el que conserva los templos de Karnak. Como decíamos, en tiempos de la antigua Tebas se podía realizar el recorrido a través de la Avenida de las Esfinges, pero ahora hay varias calles que rompen esta continuidad. En cambio, es habitual realizar este recorrido en dirección norte a través de la Corniche: la orilla oriental del Nilo, acondicionada como agradable paseo desde el que otear la Orilla Occidental y acceder a otros lugares de interés, como el Museo de Luxor o el Museo de la Momificación (ver sección ‘Museos que ver en Luxor’). 

Si no te detienes en ellos ni en ninguno de los agradables cafés a orillas del río, llegarás después de un largo rato al recinto de los templos de Karnak. Valora tus fuerzas, tu tiempo disponible y la hora del día a la que hagas este trayecto: si alguno de estos factores no es el propicio, te convendrá tomar un taxi o una calesa (ver sección ‘Información práctica sobre Luxor’, más abajo). También puedes valorar la visita nocturna, momento en el que se realizan espectáculos de luz y sonido

Aquí, y a pesar de no tener ya su función religiosa por estar en ruinas, los adjetivos se agotan. Por ello, conviene recurrir al nombre que los propios egipcios le daban al conjunto: ipet-isut, traducido como ‘el lugar más perfecto’. Iniciado por los faraones del Imperio Medio, tebanos de origen y reunificadores del país desde esta ciudad, lo más significativo de los templos de Karnak se levantó durante el Imperio Nuevo (h.1550-1069 a.C). Pero también hay aportaciones posteriores, incluso por parte de la dinastía ptolemaica o la dominación romana, englobando cerca de 1.500 años de continua construcción, con numerosos añadidos y modificaciones.

Los templos de Karnak, en realidad, eran mucho más que un espacio sagrado: también era centro administrativo, residencia de los faraones y, durante sus periodos de construcción, un espacio en el que trabajaban miles de obreros. Además, era la sede del clero de Amón, cuyos sacerdotes tuvieron tanta influencia que algunos de ellos llegaron a adoptar el título de faraón durante el Tercer Período Intermedio (1069-747 a.C).

Como habrás notado, nos referimos a los templos de Karnak en plural pues, en realidad, se trata de un complejo con tres recintos: el de Amón, el de Montu y el de Mut. Sin embargo, el más grande, famoso y espectacular es el de Amón, que ejerce de recinto central al que se conectan los otros dos, más pequeños y en peor estado de conservación, aunque su visita también merece la pena. En total, la superficie del yacimiento ronda las 30 hectáreas, lo que da cuenta de su gran tamaño. Por tanto, al igual del resto de grandes monumentos que ver en Luxor, deberás tener paciencia si lo deseas descubrir a fondo.

La entrada y centro de recepción de visitantes de los templos de Karnak se sitúa junto al Nilo. Tras acceder, te encontrarás inmediatamente una breve Avenida de las Esfinges con cabezas de carnero. A ella, en su momento se llegaba, por medio de un canal desviado desde el río, por el que navegaban las barcas sagradas. Aquí se erige el primer pilono, que en su momento saludaba al visitante con imponentes banderas, aunque en realidad está inacabado, como sugiere la altura desigual de sus muros.

El siguiente espacio es el Gran Patio, en el que se encuentra el pequeño templo de Seti II, con capillas para las barcas de la tríada tebana (Amón, Mut y Jonsu), así como el templo de Ramsés III. También aquí es fácil ver y reconocer otra estatua colosal de Ramsés II, uno de los grandes artífices de los templos de Karnak: es anterior a él pero está retocada para que tuviera sus facciones.

Tras ello, un segundo pilono y, después, turno para el espacio más emblemático, más fotografiado y, en su momento, más pintado: la Gran Sala Hipóstila. A menudo se describe como ‘bosque de columnas’, pero sería más propio hablar de ‘mar’ de columnas’, pues probablemente evoque el océano primordial de la religión egipcia en el que crecían las plantas de papiro, como sugieren los capiteles, que adoptan esa forma. Sus cifras lo dicen todo: 134 columnas, de entre 15 metros y 21 metros de altura, y unos 10 metros de circunferencia. Talladas y, en su momento, policromadas, estas columnas hacen sentir pequeño al visitante.

Tras esta Gran Sala Hipóstila, se cruza un tercer pilono de época de Amenofis III y se llega a un patio, para después alcanzar la parte más antigua del recinto, de tiempos de Tutmosis I (siglo XV a.C). Pasado el cuarto pilono, llama la atención el obelisco de Hatshepsut, el más alto de Egipto, con unos 30 metros, aunque en realidad hubo otros más aquí.

A partir de este punto, todo está más deteriorado y cuesta imaginarse la función de cada espacio, aunque se puede reconocer una construcción cúbica que ejercía de santuario para la Barca Sagrada. También es fácil distinguir el lago sagrado, que en su momento proporcionaba agua al complejo de los templos de Karnak.

Todo lo descrito sigue un eje oeste-este, pero hay otro norte-sur que conecta los otros dos templos de Karnak: Mut y Montu, fuera del recinto de Amón, y que también cuentan con varios pilonos. El de Mut, esposa de Amón, es el más deteriorado. En el extremo opuesto está el de Montu, dios de la guerra, que no siempre es visitable. 

Otro de los templos de Karnak es el de Jonsu, hasta donde llegaba la Avenida de las Esfinges que partía desde el templo de Luxor. También es pequeño el de Ptah, que es un añadido de época de Tutmosis III, introduciendo así la devoción a este dios creador cuyo centro de culto era Menfis. Además, en la zona norte del recinto de Amón hay un museo al aire libre donde se puede ver, entre otras cosas, la Capilla Blanca de tiempos de Sesostris I (dinastía XII, Imperio Medio, siglo XX a.C), reconstruida con buena parte de sus bloques de piedra originales, repartidos tiempo después por otros puntos del recinto.

Orillas nilo en Luxor

La Orilla Occidental y el Valle de los Reyes de Egipto

La Orilla Occidental engloba buena parte de los lugares que ver en Luxor. Se trata de un área de gran extensión, por lo que necesitarás más de un día si deseas conocer la zona sin perder detalle. A ella llegarás por medio de un transbordador que cruza el Nilo cada 10 minutos aproximadamente, desde el embarcadero situado junto al templo de Luxor. Y, tras dejar una zona con tiendas, restaurantes y hoteles, comienza una gran carretera hacia la zona visitable, ubicada entre las escarpadas elevaciones que surgen cuando terminan los verdes campos de cultivo.

Y teniendo en cuenta el calor sofocante del mediodía, te damos dos consejos. El primero, que te mentalices para madrugar: desde primerísima hora de la mañana, los monumentos se pueden visitar, cuando la temperatura ambiental es mucho más agradable. Y el segundo, que elijas adecuadamente el medio de transporte para moverte por ellos, siendo el mejor de todos el taxi privado. Caminar queda descartado por sus amplias distancias y las duras condiciones meteorológicas.

Como decíamos, muchos de los lugares imprescindibles que ver en Luxor están aquí, así que te los mostramos uno por uno a continuación.

El Valle de los Reyes Egipto
Interior de tumba en el Valle de los reyes
El Valle de los Reyes de Egipto

El Valle de los Reyes fue, junto con el templo de Luxor y los templos de Karnak, uno de los factores que consolidaron a la antigua Tebas como la gran ciudad de su momento. Se trataba de la necrópolis de los faraones desde la dinastía XVIII en adelante, quienes encontraron aquí un espacio protegido y teóricamente seguro para la tumba de su descanso eterno, cuya construcción podían supervisar desde la capital. Y decimos ‘teóricamente’ porque, pese a lo recóndito e inaccesible de su ubicación, muchas tumbas fueron descubiertas por saqueadores y ladrones, profanándolas y vaciándolas de objetos de valor. Eso provocó una gran pérdida patrimonial para la ciudad, aunque por suerte todavía hay muchísimos objetos que ver en Luxor y sus museos sobre esas tumbas, así como en El Cairo y en otras ciudades, incluso extranjeras.

El Valle de los Reyes, al igual que el resto de necrópolis de la zona y otras del Antiguo Egipto, se sitúa en la orilla oeste del Nilo, la del atardecer, pues la religión egipcia consideraba que ahí se situaba la Duat: un inframundo celeste, desde donde Ra viajaba con su barca hacia el amanecer, realizando por tanto un trayecto subterráneo de dirección oeste-este que luego efectuaba a la inversa por el cielo.

Por todo ello, la gran mayoría de los faraones del Imperio Nuevo consideraron el Valle de los Reyes como el lugar propicio para su reposo eterno, excavando en la roca hipogeos de gran complejidad y riqueza decorativa, con grabados y pinturas desde el suelo hasta el techo, y con un ajuar funerario que recibe, con todo merecimiento, el nombre de ‘tesoro’. A su construcción dedicaban numerosos años de su mandato, con ingentes recursos económicos y humanos.

El Valle de los Reyes de Egipto se construyó y amplió durante cinco siglos aproximadamente, desde el XVI al XI a.C. Se conocen más de 60 tumbas, con tamaños muy variables: desde sencillas fosas a enormes hipogeos con más de 100 cámaras en su interior. Sin embargo, aún hay varias e importantes tumbas de faraones no descubiertas, lo que sigue animando a los investigadores en su búsqueda. Para identificar correctamente todas ellas, se emplea la siguiente numeración:

  • KV + una cifra: significa Kings Valley y el número de tumba, dado según el orden de descubrimiento. En este sentido, KV1 es la perteneciente a Ramsés VII, faraón de la dinastía XX. Y la KV62 es probablemente la más famosa: la de Tutankhamón, descubierta en 1922
  • WV + una cifra: significa West Valley y un número de tumba, haciendo referencia a las encontradas en el llamado Valle de los Monos, un ramal occidental del Valle de los Reyes pero que forma parte de la misma necrópolis real

No hay dos tumbas iguales en el Valle de los Reyes, pero sí podemos indicar algunas características comunes a muchas de ellas:

  • Desde la entrada, se inicia una gran galería que lleva a una antecámara y a la cámara sepulcral. Podía ser un eje distribuidor hacia otras cámaras secundarias
  • Se depositaban todo tipo de joyas y objetos, con la intención de que le sirvieran de utilidad al difunto en el más allá. Esa misión la cumplían también los ushbetis, figuras de miniatura a modo de siervos 
  • La decoración servía de guía de lo que habría de ocurrir tras la muerte, a menudo con el faraón en interacción con diferentes dioses
  • Los primeros faraones sólo decoraban la cámara funeraria, pero a partir de la dinastía XIX se decoraba todo el recinto

Por suerte para los turistas de la actualidad, muchas de las tumbas son visitables, por lo que aquí te mostramos algunas que, por belleza o importancia, puedes añadir a tu lista de lugares que ver en Luxor.

  • Tumba de Tutankhamón (KV62): es la más famosa aunque, la verdad, no es la más espectacular del Valle de los Reyes hoy en día. Es pequeña y todos sus tesoros se trasladaron al Museo Egipcio de El Cairo, ahora en el Gran Museo Egipcio de Giza. Queda su sarcófago de granito y la decoración parietal
  • Tumba de Tutmosis III (KV34): fue uno de los primeros faraones en enterrarse en el Valle de los Reyes de Egipto. De difícil acceso. Su cámara funeraria llama la atención por su planta ovalada y por la decoración de las paredes, de figuras más esquemáticas
  • Tumba de Amenofis II (KV35): de decoración y formato muy parecido a la de Tutmosis III, pues fue su sucesor. En una cámara contigua, escondidos, estaban las momias de otros nueve miembros de la realiza, para ponerlos a salvo de los saqueadores de tumbas (Tutmosis IV, Amenofis III y Seti II, entre otros)
  • Tumba de Horemheb (KV57): último faraón de la dinastía XVIII, permite apreciar un cambio de estilo y tipología, pues se trata de una galería recta con figuras grabadas en las paredes, antes de ser policromadas
  • Tumba de Seti I (KV17): la mayor y más profunda del Valle de los Reyes, pues penetra unos 120 metros en la roca. También ese una de las más ricamente decoradas, con numerosas escenas en las que el faraón interactúa con los dioses
  • Tumba de Merneptah (KV8): uno de los muchos hijos de Ramsés II, ofrece una decoración parecida a la de Seti I, con escenas mitológicas comunes. Se conserva su sarcófago de granito, en cuya tapa se representa al faraón en postura osiriaca
  • Tumba de Ramsés III (KV11): uno de los últimos grandes faraones del Antiguo Egipto. Llama la atención por las singulares escenas representadas en las paredes, como arpistas o razas humanas conocidas por aquel entonces (siglo XII a.C)
  • Tumba de Ramsés VI (KV9): pequeña y poco profunda, es conocida sobre todo por la escena de la bóveda, en la que la diosa Nut se estira y arquea para cobijar a centenares de figuras bajo ella. Albergaba también la tumba de su hermano y predecesor, Ramsés V. La bancarrota en que se hallaba el país podría explicar este hecho
  • Tumba de Ramsés IX (KV6): es la última excavada en el Valle de los Reyes y, por tanto, la más cercana a la entrada. Mantiene una decoración parecida a la de Ramsés VI, con una tipología típica del periodo ramésida
El Valle de las Reinas
Interior de la Tumba de Nefertari
El Valle de las Reinas

El Valle de las Reinas responde a la misma tipología que la del Valle de los Reyes: un wadi o valle sin curso de agua, en este caso situado en la zona más meridional de la necrópolis tebana, destinado al reposo de esposas reales, pero también de princesas, príncipes y otros importantes miembros de la corte. Se contabilizan más de 70, aunque no todas son visitables. En cualquier caso, merecen sobradamente que las añadas a tu lista de cosas que ver en Luxor. Están numeradas según los mismos criterios: QV (Queens Valley) y un número. Entre ellas cabe destacar:

  • La tumba de Nefertari (QV66): esposa de Ramsés II, para muchos es “la más bella”, tanto la propia reina como su tumba. Eso era lo que significaba su nombre y su tumba real no lo desmerece. De hecho, se considera un gesto más de amor del faraón hacia ella, como ya hiciera en Abu Simbel dedicándole un templo con estatuas colosales. Su estructura es sencilla y la decoración de la antecámara y la cámara funeraria la presenta en diferentes escenas, junto a dioses como Toth o Hathor, entre otros
  • Tumba de Titi (QV52): esposa de un faraón de la dinastía XIX o XX. Pequeña pero decorada con profusión
  • Tumba de Amon-her-khepeshef (QV55): construcción funeraria de este príncipe que debió de ser el heredero de Ramsés III pero murió joven
Tumbas de los Nobles

Las tumbas de reyes, reinas y príncipes no son las únicas que ver en Luxor: en la Orilla Occidental también hay otras dedicadas a los nobles o gobernantes locales que tampoco quisieron dejar pasar la oportunidad de ser sepultados con todos los honores. Las llamadas Tumbas de los Nobles se ubican cerca del Ramesseum y se incrustan en la roca a modo de búnker. Se contabilizan por centenares, aunque sólo unas pocas son visitables. Algunas de ellas cuentan con una decoración verdaderamente rica. Uno de los aspectos de mayor interés es que, a diferencia de los programas iconográficos de los faraones y reinas, aquí se pueden conocer detalles más concretos sobre la vida cotidiana de la civilización egipcia, tal y como era hace más de 3.000 años.

Si aún te quedan fuerzas, estas son las que puedes añadir a tu lista:

  • Tumbas de Ramose, Userhat y Khaemat (55, 56 y 57, respectivamente)
  • Tumbas de Khonsu, Userhat (otro) y Benia (31, 51 y 343, respectivamente)
  • Tumbas de Nakht y Menna (52 y 69, respectivamente)
  • Tumbas de Neferrempet, Djehutmose y Nefere-Sekheru (178, 295 y 296, respectivamente)
  • Tumbas de Sennefer y Rekhemire (96 y 100, respectivamente)
Templo de Hatsheptut
Deir el-Bahari: el Templo de Hatshepsut

Aparte de las tumbas, hay mucho más que ver en Luxor y en su Orilla Occidental. Por ejemplo, templos de gran valor simbólico y religioso, como Deir el-Bahari. Se trata de uno de los recintos más sagrados de la Orilla Occidental y, por tanto, no puede faltar en tu lista de cosas que ver en Luxor. De hecho, no solo es un clásico de los circuitos en autobús, sino también de las visitas en globo aerostático, gracias a su singular ubicación al pie de unos enormes riscos.

Con el nombre de Deir-el Bahari se conoce a un conjunto de tres templos funerarios: el de Mentuhotep II, el de Tutmosis III (este último más alejado, junto a los campos de cultivo) y el de Hatshepsut. Un término que hace referencia a un monasterio y cementerio copto que hubo aquí. El más antiguo de los tres templos fue el de Mentuhotep II, orientado al este, probablemente en señal de adoración al dios Ra: faraón clave en los comienzos del Imperio Medio, primer periodo de esplendor de la antigua Tebas. El más ‘reciente’ de los tres fue el de Tutmosis III, abandonado probablemente por un fuerte derrumbe durante la dinastía XX. De uno y de otro apenas quedan ruinas con poca capacidad para conmover.

En cambio, el templo más famoso es el de Hatshepsut, aunque su estado de conservación no es precisamente envidiable. La culpa no la tuvieron ni los saqueadores ni los desastres naturales, sino su hijo, el mencionado Tutmosis III. Hatshepsut era hija de Tutmosis I y se casó con su hermanastro Tutmosis II, con quien tuvo al futuro Tutmosis III. Ante la muerte prematura de Tutmosis II, Hatshepsut asumió el poder como regente y, con el apoyo del clero de Amón más tarde, se erigió como reina-faraón. Asumió los atributos masculinos del cargo y se hizo construir este gran templo, al que dio total solemnidad, como indica su nombre original: Djser-Djeseru (Sagrado entre los Sagrados). Su hijo, Tutmosis III le disputó el trono y lo asumió a la muerte de Hatshepsut, haciendo sospechar que algo tuvo que ver en ello. 

Lo que sí está claro es que se dedicó a destruir el templo de su madre. Buena parte de su aspecto actual se debe a una discutida restauración, sobre todo por su simetría, efectuada a mediados del siglo XX, por un equipo de expertos egipcio-polaco. En cualquier caso, se trataba de un recinto muy singular, construido en terrazas y con elementos que lo convierten en un precedente de la arquitectura griega y, por tanto, occidental, como ocurre con las columnas protodóricas de la capilla de Anubis. De lo que se conserva, se pueden destacar los bajorrelieves decorativos y los capiteles de las columnas de la capilla de de Hathor.

Otros lugares de interés en la Orilla Occidental

Diseminados por otras zonas de la Orilla Occidental hay otras muchas cosas que ver. En Luxor, gracias a su papel de capital política y espiritual durante buena parte de la historia del Antiguo Egipto, hay monumentos muy ligados a distintos faraones. Por ejemplo, a Amenofis III (Amenhotep III). Fue este monarca de la dinastía XVIII el que mandó levantar un enorme templo en la vega oeste del Nilo, uno de los más grandes de su época, con dos gigantescas esculturas de sí mismo a la entrada, junto a su esposa y su madre, más pequeñas en tamaño: Tiyi y Mutemuia. Hoy, esas esculturas son lo único que queda del templo y se conocen como Colosos de Memnón, llamados así porque los griegos, tiempo después, pensaron que eran representaciones del rey Memnón, saludando cada mañana a su madre, la diosa de la aurora Eos.

Verás los Colosos de Memnón en tu camino hacia el Valle de los Reyes si accedes por la carretera Al Tmsalyn. Poco después aparecerá el Ramesseum, un complejo funerario promovido por el gran Ramsés II, que también contaba con otros pequeños templos dedicados a su madre Tuya y a su esposa favorita, la mencionada Nefertari, así como palacios, almacenes y otras dependencias. Aunque poco de ello queda en pie, sí se conservan sus elementos más famosos: los colosos representándose a sí mismo en forma de momia y posición osiriaca. No obstante, la mayoría de las cabezas y bustos están caídos por el suelo o en otros museos del mundo. Contaba con varios pilonos y varios patios, así como una sala hipóstila con grandes columnas con capitales policromados y papiriformes, como aún hoy se puede apreciar. Una de las estancias más singulares es la sala astronómica, cuyo techo está decorado con un calendario basado en las constelaciones. Mucho tiempo después se usó como iglesia cristiana por los coptos.

Este Ramesseum sirvió de inspiración para el templo de Medinet Habu, levantado por su sucesor Ramsés III y sin duda digno de incluirse en el programa de cosas que ver en Luxor. No hay unanimidad sobre su nombre, aunque podría ser una referencia al escriba real de este faraón, llamado Hapu. Fue un centro administrativo con aspecto de ciudad amurallada, que de hecho servía de refugio a los habitantes de la antigua ciudad de Tebas en situaciones de peligro. También contaba con templos, capillas, alojamientos para oficiales y sacerdotes, así como un palacio real. También se usó como poblado copto con iglesia tiempo después, aunque se abandonó en el siglo IX d.C. En algunos puntos del recinto se conserva decoración policromada intensa, lo que nos permite imaginar lo deslumbrante que debieron de ser esta y otras construcciones de su tiempo.

En la zona norte de la Orilla Occidental se ubica otra construcción de enorme valor: el templo de Seti I. Entre tanta magnificencia, suele pasar desapercibido, también porque ha llegado hasta nosotros maltratado por el tiempo. Pero si dispones de tiempo, es muy recomendable hacerle un hueco para su visita, aunque entre tantos monumentos interesantes que ver en Luxor, resultará complicado. Era el templo funerario de este faraón de la dinastía XIX, muy importante durante el Imperio Nuevo porque reestableció el esplendor perdido durante el Periodo de Amarna y sentó las bases para que su hijo Ramsés II consolidara y ampliara la hegemonía del país en la región. Del recinto, ubicado junto a la carretera que conduce al Valle de los Reyes, se conserva sobre todo el pórtico con columnas de capiteles papiriformes y una sala hipóstila que recuerda a la de Karnak, pues él mismo fue quien la impulsó. Sus relieves son elegantes y una muy buena muestra del arte del Antiguo Egipto.

Lógicamente, Medinet Habu, el Ramesseum, el templo de Seti I y todos los monumentos que ver en Luxor fueron construidos por alguien. Ese ‘alguien’ eran los obreros y artesanos que trabajaron a destajo en la zona. Y por suerte, se conserva parte de su lugar de residencia, no muy distante de los recintos mencionados: Deir el-Medina. Aunque de este poblado apenas quedan en pie las bases de sus casas, supone una interesante fuente de información sobre la vida cotidiana en el Antiguo Egipto, que las investigaciones arqueológicas han sabido descifrar. Por ejemplo, los restos de comida han permitido entender que su dieta se basaba en pescado y cereales, con algo de fruta y miel y, menos habitualmente, carne, que se acompañaba de la bebida más popular: la cerveza. Productos que, además, eran la ‘moneda’ en la que cobraban su sueldo en especie. Su pequeña necrópolis nos indica que las modestas cámaras mortuorias se coronaban de diminutas pirámides. 

Medinet Habu no es el único lugar que, de una u otra manera, tiene un valor etnográfico. También podemos citar, con enormes diferencias entre sí, Gurna (o Gournah) y la Casa de Howard Carter. Gurna es el poblado en el que, aún hoy, viven un puñado de habitantes. Situado cerca de las Tumbas de los Nobles, sus humildes casas aportan un poco de color a este valle desértico. Durante mucho tiempo se han ganado la fama de saqueadores de los cercanos tesoros, pero en la actualidad se benefician del turismo de la zona de otra manera mucho más legal: son artesanos, agricultores, panaderos tradicionales u otros humildes profesionales.

La Casa de Howard Carter, por su parte, es la vivienda en la que residió uno de los arqueólogos más famosos de todos los tiempos, sobre todo por su inquebrantable fe en el hallazgo de una tumba intacta, lo cual consiguió al descubrir la de Tutankhamón. Se conserva prácticamente tal cual habitaba en ella este investigador británico de comienzos del siglo XX. Puede ser un lugar interesante que ver en Luxor para los amantes de la Egiptología y de su surgimiento.

Museos que ver en Luxor

Sin duda, hay varios museos que ver en Luxor por el enorme valor de las piezas expuestas, que en buena medida proceden de los monumentos cercanos y aquí detallados: el templo de Luxor, los templos de Karnak y toda la Orilla Occidental, incluido el Valle de los Reyes. Gracias a que cuentan con aire acondicionado y elementos internos diseñados para comprender su contexto, visitarlos puede ser una buena opción para esas horas en las que el calor más aprieta en la ciudad

Museo de Luxor

No solo es el más importante que ver en Luxor, sino también uno de los más interesantes de todo el país. Su estructura es moderna y, aunque tiene muchos menos objetos que el Museo Egipcio de El Cairo, aquí están expuestos con mucho más orden. También muestra contenido audiovisual en determinadas salas. Probablemente lo más interesante son:

  • Más de una docena de efigies de faraones procedentes del templo de Luxor
  • Cabeza colosal de Amenofis III, procedente de su templo en la Orilla Occidental, donde hoy están los colosos de Memnón

La galería dedicada a Akhenaton (Amenofis IV), con esculturas y relieves procedentes de elementos que añadió en los templos de Karnak. Algunos muestran escenas de la vida cotidiana y otros, el característico culto al disco solar Atón

Museo de la Momificación

A pesar de este nombre, no se exponen excesivas momias ni se pone el foco en los detalles más escabrosos de esta tarea post-mortem, imprescindible para preservar el cuerpo del difunto y, por tanto, para optar a la vida eterna en el más allá. La momia más importante es la de Masaharti, sumo sacerdote de Amón-Ra en el periodo de la dinastía XXI. Y lo es por su sorprendente estado de conservación, pues aún mantiene pelo y barba. 

El museo cuenta con otras muchas curiosidades. Por ejemplo, animales momificados, como gatos o babuinos. O el instrumental usado para vaciar el cuerpo del difunto, extrayendo su cerebro o sus vísceras. Todo ello convierte a este museo en una de las cosas más interesantes que ver en Luxor, aunque en una hora puede que ya lo hayas visto todo. Tras ello, te recomendamos tomar algo en su cafetería, pues tiene vistas al río Nilo. 

Información práctica sobre Luxor

Ahora que ya conoces todo lo que ver en Luxor, te damos información práctica que te servirá de ayuda para organizar tu viaje y tu estancia en esta ciudad. Nos centramos en cómo llegar, cómo moverse y en qué lugares puedes obtener información más detallada en persona. Y te recordamos que si necesitas una agencia profesional y experta que haga todo este trabajo por ti, puedes contactar con Egipto Exclusivo: te proporcionaremos transporte privado, alojamiento y guías profesionales para no perder detalle.

Cómo llegar a Luxor

Por suerte, el Aeropuerto Internacional de Luxor está muy cerca de la ciudad: se sitúa a apenas 8 km del centro, distancia que se recorre en apenas 15 minutos por carretera. Dada la ubicación de Luxor en el Alto Nilo, sin grandes ciudades a su alrededor, la opción del avión se presenta como la única si se quiere viajar hasta aquí desde otro país. Estos son los destinos conectados directamente con Luxor por vía aérea.

  • En Egipto: El Cairo, Abu Simbel, Aswan, Marsa Alam, Sharm el-Sheikh
  • En otros países: Sharjah (Emiratos Árabes Unidos), Ámsterdam (Holanda), Bahrein (Bahrein), Londres, Birmingham, Manchester (Reino Unido), Zúrich (Suiza), Kuwait (Kuwait), Dubai (Emiratos Árabes Unidos), Bruselas (Bélgica), Luxemburgo (Luxemburgo), Doha (Qatar), París (Francia), Berlín, Colonia, Dusseldorf, Frankfurt, Hannover, Múnich y Stuttgart (Alemania)

Si tu lugar de procedencia no tiene conexión directa con Luxor, tus opciones pasan por hacer escala en la capital, El Cairo, aunque también puedes organizar tu itinerario con origen o destino en alguna ciudad turística costera, como Sharm el-Sheikh o Marsa Alam.

Algunos creen que ver Luxor dentro de un circuito más amplio es posible. Si ese es tu caso, puedes desplazarte hasta aquí en autobús, preferiblemente si es privado por cuestiones de comodidad. El tren también es una opción, pues la estación central se encuentra a menos de un kilómetro del templo de Luxor: la línea que opera esta línea es la que conecta El Cairo y Aswan, siendo esta ciudad una parada de ella. Son trenes nocturnos que cuentan con camas.

Por último, también puedes plantearte la visita a Luxor como parte de un crucero por el Alto Egipto, ya sea en una embarcación tradicional como las nuestras (falucas y dahabiyas) o en un motonave más grande.  

Cómo moverse

Los monumentos que ver en Luxor ciudad no están muy alejados entre sí, aunque para ahorrar energías o agilizar el tiempo, puedes usar medios de transporte alternativos a tus propias piernas. Como en casi todas las ciudades egipcias, el taxi es una opción mucho más recomendable que los autobuses urbanos usados por la población local, sin las condiciones de confort y puntualidad que cabría esperar. El precio de un trayecto corto en taxi por la ciudad rondará las 20 LE, aunque también se pueden negociar precios para una o varias jornadas completas. En ese caso, te recordamos que Egipto Exclusivo se puede encargar de proporcionar un taxi privado con chófer a vuestra entera disposición.

Mención especial merecen las calesas (calèche): carruaje tradicional tirado por caballos que aquí tienen mucha presencia como medio de transporte. Las uses o no, debes cargarte de paciencia pues sus conductores pueden llegar a ser muy insistentes. En cualquier caso, debes calcular unas 30 LE para un trayecto desde el centro hasta los templos de Karnak.

En esta ciudad, como hemos comentado en la sección ‘Qué ver en Luxor’, el transbordador fluvial tiene un papel muy importante: dada la ausencia de puentes en el centro (el más cercano está 8 km al sur), esta es la forma que hay para cruzar el río desde la ciudad (orilla oriental) hacia la Orilla Occidental, donde se ubican el Valle de los Reyes y los otros monumentos funerarios. El embarcadero se sitúa junto al templo de Luxor y de ahí parte este pequeño ferry cada 10 minutos aproximadamente, a un coste de unas 2 LE.

Para cruzar el río, otra opción alternativa al ferry o al lejano puente son las lanchas motoras privadas. Funcionan a modo de taxi y pueden subir pasajeros desde cualquier punto de la orilla. El precio aproximado de este servicio es de 20 LE.

La bicicleta puede ser también un medio de transporte con el que ver Luxor y sus principales monumentos. La ciudad es relativamente pequeña y compacta, sin apenas cuestas, por lo que cualquier desplazamiento urbano solo entraña la dificultad (y el riesgo) del tráfico local. Existen locales que las alquilan, a precios que rondan las 10 LE a la hora o las 25 LE al día. También hay algún local de alquiler en la Orilla Occidental. Los más atrevidos se animan a subir al Valle de los Reyes con este medio de transporte. Pero si lo haces, asegúrate de que la bicicleta responderá bien y que las horas en las que pedalees no sean de máximo calor, pues de lo contrario puede resultar realmente duro.

Oficinas de información turística en Luxor

En la plaza de Midan Al Mahatta, al otro lado de la estación de tren, se encuentra la principal oficina de información: cuenta con folletos en diferentes idiomas y venta de tickets, como por ejemplo para el espectáculo nocturno de luz y sonido en los templos de Karnak. También hay otros puestos, más pequeños, dentro de la propia estación y en la terminal del aeropuerto.

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