Con el debido respeto y salvando las distancias, el templo de Abydos, en el Egipto Medio, se suele equiparar a la Mezquita Sagrada de La Meca. Y es que peregrinar a esta ciudad, que fue el centro de culto del dios Osiris, se convirtió en toda una aspiración para los antiguos egipcios, pues creían que aquí estaba la entrada al otro mundo.
Por ello, visitar el templo de Abydos y todos los yacimientos arqueológicos de la zona resulta imprescindible para comprender cómo era aquella civilización y cuáles sus creencias. Pero también para admirar su belleza puesto que, pese al paso de los milenios, aún conserva rincones con algunas de las mejores manifestaciones artísticas de todo el Antiguo Egipto.
La ubicación del templo de Abydos en el Egipto Medio favorece que, pese a su fama mundial, este monumento no sufra masificaciones de visitantes. Se integra en el poblado de El Araba El Madfuna, pero pertenece administrativamente a la localidad de Al-Balyana (o Al Belina), en la Gobernación de Sohag. Y la ciudad más cercana es precisamente Sohag, a unos 50 km al norte de Abydos. Por su parte, Luxor, situado más al sur, se encuentra a unos 190 km.
Este pequeño poblado se sitúa ya en terreno desértico, justo donde termina la fértil vega occidental del río Nilo. Y como es de imaginar, se trata de un lugar muy dependiente del turismo que genera el templo de Abydos y el resto de yacimientos, así como de los cultivos de la zona, principalmente caña de azúcar.
La importancia de Abydos en el Egipto Antiguo fue muy grande y, aunque su culmen llegó durante el Imperio Nuevo, se remonta a los orígenes mismos de aquella civilización. De hecho, se cree que la ciudad de Tinis, primera capital del Antiguo Egipto unificado, se encontraría en los alrededores de Abydos. Y eso motivó que aquí cerca se estableciera la primera gran necrópolis real, en Umm el-Qaab. Era, por tanto, el lugar en el que nacieron y se enterraron importantes faraones de las dinastías I y II (ca. 3050-2700 a.C), entre ellos Narmer y Jasejemuy, entre otros.
Relacionadas con esta cultura egipcia primitiva están las tablillas de arcilla y jarras decoradas que se encontraron en el enterramiento del rey Horus Esporpión I, en la necrópolis de Umm el-Qaab. Se fecharon en torno al 3300 a.C y, por tanto, se consideran uno de los primeros ejemplos de escritura. Y eso ha llevado a considerar este lugar como una de las cunas de la civilización.
Aunque hasta hace poco el templo de Abydos y las otras construcciones religiosas ponían el foco en este lugar como centro religioso, lo cierto es que descubrimientos arqueológicos demostraron en 2016 que se trató de una ciudad ya desde el principio: un asentamiento con más de 5.000 años de antigüedad, en el que se han identificado restos de chozas, herramientas de hierro y fragmentos de cerámicas, así como enterramientos de personas.
Aunque aún no está clara la magnitud de aquella ciudad, se sabe que el templo de Abydos se fue ampliando constantemente con el paso de los siglos. Una de las principales aportaciones fue la de Pepy I (Dinastía VI, Imperio Antiguo). La deidad local principal era Jentiamentiu, pero con el tiempo se fue asimilando a Osiris y convirtiéndose en el principal lugar sagrado para el culto de este dios, juez de los muertos en su aspiración a alcanzar la vida eterna. Mentuhotep III y Sesostris III (dinastías XI y XII, Imperio Medio) realizaron importantes trabajos (tumbas, templo de culto, capilla real, etc.).
Pero las construcciones de mayor magnitud llegaron en el Imperio Nuevo. Monarcas de la Dinastía XVIII (Ahmose I, Tutmosis III), en el siglo XV a.C, hicieron más grande el templo de Abydos, con calzada procesional aún más monumental. Poco después, en el XIV a.C, todo se detuvo por el periodo rupturista de Amarna, con el faraón Akhenatón estableciendo un culto prácticamente monoteísta, con supremacía del dios del disco solar Atón. Todo un cisma que sacudió las bases de la religión egipcia y que relegaron a segundo plano a Osiris.
Sin embargo, con la caída de Akhenatón y su legado, llegaría el renacer de este centro religioso. Y el nombre que ha quedado para siempre ligado al templo de Abydos es el de Seti I, de la Dinastía XIX. Este faraón, padre de Ramsés II, se propuso seguir con el restablecimiento de la religión egipcia anterior a Amarna, que ya habían empezado otros monarcas anteriores a él, incluido Tutankamón.
Y el mejor ejemplo de ello es el templo de Abydos que, como veremos, también se le conoce como Templo de Seti I. Fue concluido por su hijo Ramsés II, pero otros monarcas posteriores de la misma dinastía hicieron sus contribuciones, como Merenptah, que mandó construir el Osireion.
Otros faraones, como Ahmose II de la Dinastía XXVI, realizaron ciertas reformas. El último del que se tiene alguna constancia de intervención es Nectanebo I de la Dinastía XXX. Tras ello, con el periodo grecorromano, la impotancia y simbolismo del templo de Abydos en Egipto decayó.
En Abydos, el Egipto Antiguo ofrece algunas de sus manifestaciones artísticas más deslumbrantes. Su espectacularidad y su solemnidad son fáciles de comprender a primera vista, pero para poder apreciar toda su relevancia y belleza, conviene conocer sus claves. Eso es lo que podrás hacer de la mano de nuestros guías expertos, aunque a continuación te damos unas breves pinceladas sobre el templo de Abydos (templo de Seti I), el Osireion y otros emplazamientos arqueológicos cercanos, como el Shunet El Zebib y la necrópolis de Umm el-Qaab.
El templo de Abydos a menudo se conoce como Gran Templo de Abydos o como templo funerario de Seti I por ser este faraón su gran impulsor, aunque en su construcción participaron otros muchos soberanos de diferentes épocas, como veíamos más arriba. No obstante, a pesar del calificativo de ‘funerario’, no hay que perder de vista que era un templo-cenotafio en conjunción con el Osireion, pues la tumba y momia de Seti I se emplazaron en el Valle de los Reyes de Tebas (Luxor).
El objetivo de este faraón en el templo de Abydos era claro: honrar a todos los grandes dioses de la religión egipcia y a los faraones que le precedieron, olvidando deliberadamente a los monarcas considerados usurpadores o herejes, como Hatshepsut y Akhenatón, así como el denostado dios del disco solar Atón. Y así quedó claro en dos elementos, absolutamente claves en cualquier visita al templo:
Muchos elementos del templo de Abydos han desaparecido, como pilonos de entrada, pero algunas partes de lo que se conserva son de extraordinaria belleza y delicadeza, como los bajorrelieves de la sala hipóstila.
Este es el cenotafio que mandó construir Seti I junto al templo de Abydos. Aunque ha llegado muy deteriorado hasta la actualidad, los investigadores han identificado diferentes espacios en la estructura, como un corredor abovedado, una antecámara y una gran cámara central. En algunos puntos del Osireion se ha localizado decoración al estilo del Libro de las Puertas, de la época de Merenptah, una tipología mural muy difundida entre los faraones en el Imperio Nuevo, como puede verse en las tumbas del Valle de los Reyes, por ejemplo.
Algunos autores creen que este cenotafio buscaría evocar la colina primigenia y las aguas primordiales, presentes en la teoría de la creación egipcia. En la actualidad no es visitable porque está parcialmente anegado por la subida del nivel freático de un acuífero subterráneo.
Aunque el templo de Abydos atrae buena parte de la atención de los visitantes, en sus alrededores hay otros lugares que pueden resultar interesantes, sobre todo para los amantes del Antiguo Egipto y de la arqueología en general. Un ejemplo de ello es la mencionada necrópolis Umm el-Qaab, situada a unos 500 metros al oeste del templo de Abydos. Aunque quedan muy pocos restos claramente identificables en este lugar de enterramientos reales, su antigüedad le da un carácter extraordinario.
Otro lugar es Shunet El Zebib, también a unos 500 metros del templo de Abydos, aunque en este caso al norte. Se trata de una estructura de extraordinaria relevancia arqueológica: dos lienzos de muralla hechas en ladrillos de adobe que se remontan al 2700 a.C aproximadamente, en tiempos del faraón Jasejemuy (Dinastía II). ¡Se construyó hace más de 4.700 años y sigue en pie!
Se considera un precursor de las pirámides escalonadas por sus similaridades constructivas. Durante mucho tiempo se creyó que tenía una función militar y, de hecho, se le llamó Middle Fort, pero en la actualidad los expertos se inclinan más por considerarla una estructura funeraria y religiosa, probablemente una Cámara del Ka, donde se conservaba la estatua del difunto, en la que residía su fuerza vital (ka).
La ubicación de Abydos en el Egipto Medio hace viables varias opciones para llegar hasta aquí. En la página dedicada a este área te explicamos cómo puedes hacerlo, pero si quieres usar el avión debes considerar las opciones del aeropuerto de Sohag, que es el más cercano, o bien el de Luxor, con mayor variedad de vuelos. Para llegar hasta esta última ciudad puedes valorar la opción del autobús o, mejor aún, la del tren nocturno.
Pero algo que se hace imprescindible en cualquier opción es la de contar con un servicio de transporte privado por carretera. No solo para desplazarte desde Sohag o Luxor hasta el entorno del templo de Abydos, sino también para hacerlo desde este lugar hasta los otros puntos de interés, como Umm el-Qaab y Shunet El Zebib.
Además, contar con un vehículo con chófer permite incluir otras visitas de camino, como por ejemplo la de Dendera, que se encuentra entre el templo de Abydos y Luxor. Se trata de una propuesta muy habitual entre los viajeros, pues son dos de los monumentos antiguos de mayor interés en el Egipto Medio y en todo el país en general.
Egipto Exclusivo puede proporcionarte este servicio a medida como parte de un circuito, con chófer profesional y vehículo equipado con las mejores comodidades, para que viajar por esta zona sea seguro y confortable. Además, nos ocuparemos de otros detalles fundamentales, como el alojamiento o las dietas mientras estás aquí.
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