Hacer turismo en Alejandría es diferente porque la ciudad poco tiene que ver con el resto de destinos de Egipto. Su ubicación, su historia, su clima e incluso su ambiente y vida social son muy distintos. Y digamos que es un lugar que gustará a quienes viajan con un ojo en lo que se ve y otro en lo que no, pues la que fuera capital del Antiguo Egipto en época ptolemaica vive en buena medida de las evocaciones a su pasado. Algo ideal para la inspiración de grandes literatos, como así ocurrió y como así veremos.
No obstante, esta gran metrópoli portuaria, abierta al mar, está recuperando cada vez más su patrimonio y lo está poniendo en valor de la mejor forma posible, hasta tal punto de que se la conoce como ‘la Perla del Mediterráneo’. Por todo ello, dedicamos esta página a contarte qué ver en Alejandría, tanto si te gusta la cultura grecorromana como si prefieres centrarte en otros atractivos más actuales. Y si deseas que vayamos más allá y planifiquemos un viaje a medida, ponte en contacto con Egipto Exclusivo. Podemos organizar la mejor experiencia de turismo en Alejandría, con unas vacaciones completas en las que esta ciudad sea el epicentro o bien con una excursión de un día desde otros puntos del país. ¡Y siempre con los mejores profesionales a vuestro servicio!
Alejandría está muy condicionada por su ubicación: bañada por el Mediterráneo, fue durante muchos siglos uno de los puertos más importantes de este mar. Se encuentra en el extremo noroccidental del Delta del Nilo, aunque por aquí ya no pasa ningún brazo de ese gran río: el más cercano de los dos existentes en la actualidad, el de Rosetta, desemboca a unos 60 km al este. De El Cairo, en cambio, dista unos 200 km.
Alejandría es, por tanto, una ciudad con un clima muy mediterráneo. Más cálido que el de los países de la orilla europea de este mar, pero más templado y agradable que la mayoría de ciudades de Egipto, especialmente las ubicadas fuera del Delta del Nilo. Estos son sus valores climáticos más destacados, que te vendrá bien conocer si vienes de turismo a Alejandría:
Por tanto, la protección que deberás tomar aquí contra el sol no difiere de la que usarías en otro destino vacacional del Mediterráneo.
A la hora de hacer turismo en Alejandría es muy importante conocer su historia, aunque solo sea a grandes rasgos, como haremos en estas líneas. ¿Por qué? Pues sencillamente porque difiere mucho de la historia del Antiguo Egipto: aquí no hablaremos de grandes faraones, como en el resto del país. En cambio, adquieren gran notoriedad los grandes personajes grecorromanos, el cristianismo copto y, por supuesto, la civilización árabe. Además, desarrolló un carácter muy especial durante el siglo XIX y la primera mitad del XX, que quiere volver a retomar en el siglo XXI de la mano del aumento del turismo en Alejandría.
En Alejandría, todo empezó con Alejandro Magno, como se intuye por su nombre. El gran emperador heleno fundó esta ciudad en el 331 a.C, en el contexto de su guerra contra el rey persa Darío III. Había llegado un año antes, triunfante de sus contiendas en Oriente Próximo y aclamado como libertador de Egipto. Adoptó el título de faraón y se involucró en la cultura local, como demuestran sus visitas a la antigua Tebas (actual Luxor) y al Oráculo de Siwa.
Consideró que Egipto debía abrirse al mundo mediterráneo, sacando mayor provecho de su gran extensión costera, algo que no estaba haciendo lo suficiente. Así que decidió crear de la nada esta ciudad portuaria. Y aunque la estancia de Alejandro Magno fue breve, pues partió ese mismo año hacia la conquista de Persia, su semilla germinó y su memoria nunca se apagó. De hecho, tras su muerte en Babilonia en el 323 a.C, su cuerpo fue traído en un ataúd de oro hasta esta ciudad, y se sabe que varios emperadores romanos le presentaron sus respetos… pero tiempo después, se perdió. Quizás en el siglo III o en el IV, durante algún episodio de disturbios, o bien fue escondido en un lugar secreto más seguro. Pero lo cierto es que no ha aparecido nunca, a pesar de que los arqueólogos actuales no cejan en el empeño. Para algunos, se ha convertido en una especie de Santo Grial de la arqueología moderna y, de descubrirse, el impacto mediático podría ser comparable al de la tumba de Tutankhamón, lo que sin duda relanzaría el turismo de Alejandría.
La Alejandría de aquel tiempo era una ciudad próspera, clave en las rutas comerciales entre Europa y Asia. Y también era una ciudad de alta cultura, donde la sabiduría se protegía como un valioso tesoro de presente y futuro. Así lo demostraban las principales construcciones de la ciudad. El famoso Faro, una de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo, no solo servía de referencia luminosa para los barcos mercantes sino también era una metáfora de la altura de la ciudad. El Museo (o Museion), edificio educativo y cultural que también servía de residencia a la dinastía ptolemaica, se llamaba así porque estaba concebido como un auténtico contenedor de saberes, dedicado y protegido por las Musas. Y en este gran complejo se ubicaba la Biblioteca, la más importante de la Antigüedad, con más de medio millón de manuscritos. Cuenta la leyenda que todos los barcos que llegaban a puerto tenían que ‘pagar el peaje’ de presentar un libro para ser copiado aquí. Por desgracia, se perdió, y quienes vienen de turismo a Alejandría tienen que conformarse con la Nueva Biblioteca, de finales del siglo XX.
Durante la dominación romana, tras el suicidio de Cleopatra en su palacio alejandrino, la ciudad mantuvo su importancia. Convertido Egipto en uno de los graneros del Imperio, este fue el gran puerto de salida de mercancías y también un rico centro financiero en el que residían varios centenares de miles de habitantes. Aunque quizás el gran legado de la época romana y bizantina fue el cristianismo copto, pues esta ciudad tuvo una importancia fundamental para la consolidación y difusión de esta religión, siendo el hogar de personajes clave como San Marcos o Santa Catalina. La población judía, por su parte, ya llevaba varios siglos establecida en la ciudad, atraída por la tolerancia y prosperidad de la época ptolemaica.
Alejandría, al igual que el resto de Egipto, fue conquistada por los poderosos ejércitos árabes, pero no tan rápidamente como otras ciudades. Fue en el 642, tras más de un año de asedio. Caía así una ciudad repleta de palacios, teatros, jardines y otros lugares que nos permiten imaginar esta ciudad como una de las más avanzadas del mundo, desde un punto de vista moderno.
Se suele atribuir a esta conquista la destrucción de la Biblioteca de Alejandría, pero lo más probable es que esto ya hubiera ocurrido tiempo antes, quizás por desastres naturales y tensiones locales. Pero lo cierto es que Alejandría no volvió a recuperar su esplendor pasado, azotada además por ataques de piratas y de cruzados.
Solo cabe citar un cierto paréntesis durante la Edad Media, cuando Venecia dominaba el comercio internacional y Alejandría ocupaba un rol estratégico para los comerciantes de la Serenísima República, que encontraron sintonía con los sultanes mamelucos que gobernaban el país. Pero la suerte cambió cuando los portugueses descubrieron y explotaron la ruta del Cabo, a finales del siglo XV. Poco después, Alejandría y el resto de Egipto fueron conquistadas por los turcos, que priorizaron en cierta medida la ciudad portuaria de Rosetta.
Por su importancia estratégica, Alejandría y su entorno fue lugar de batallas navales entre franceses al mando de Napoléon y británicos liderados por el almirante Nelson. Bucear por el fondo del mar y descubrir los restos de aquellas contiendas es, como veremos, una sorprendente actividad de turismo en Alejandría. Acabaron venciendo estos últimos, garantizándose una posición de influencia sobre los nuevos gobernantes. Era la época del valí de Egipto Mehmet Alí en nombre del sultán turco, que promovió grandes proyectos industriales en la ciudad, en especial un gran astillero.
Detrás estaban grandes inversores e ingenieros extranjeros, principalmente franceses y británicos, que encontraban aquí una ciudad abierta, cosmopolita y floreciente. La multiculturalidad era una de sus principales señas de identidad, con numerosas y populosas comunidades de diferentes procedencias, destacando entre ellas la griega y la judía. Esto se prolongó hasta la primera mitad del siglo XX, y el mejor testimonio de ello fueron las grandes obras literarias que alumbraron aquí importantes escritores, en especial El cuarteto de Alejandría de Lawrence Durrell, otro reclamo para quienes vienen de turismo a Alejandría.
Sin embargo, las tensiones árabe-israelíes en Oriente Próximo y la revolución socialista de 1952 propició la salida de numerosos extranjeros de la ciudad y la ralentización de la llegada de otros nuevos. En cambio, la población local comenzó a crecer exponencialmente, al igual que en el resto del país, hasta nuestros días
Alejandría tiene en la actualidad una población de unos 5 millones de habitantes, con una gran densidad de población, en línea con las otras ciudades del Delta del Nilo. Y aunque el ambiente que se respira no es tan multicultural como el de antaño, el turismo de Alejandría está sirviendo de motor de cambio.
Las instituciones locales se han dado cuenta de que buena parte del futuro está precisamente en el pasado y han apostado decididamente por la recuperación y puesta en valor del patrimonio grecorromano, que tiene un gran poder diferenciador con respecto a otros destinos turísticos de Egipto. Y ello supone un importante complemento al gran motor de la ciudad: su puerto occidental, que acapara casi dos tercios de las operaciones del comercio exterior del país.
Pese al esplendor pasado de la ciudad, si haces turismo por Alejandría en la actualidad no encontrarás barrios históricos más o menos delimitados, como por ejemplo sí ocurre en El Cairo. La ciudad que ha llegado hasta nosotros es principalmente el resultado del gran desarrollo económico y demográfico experimentado en los dos últimos siglos. En ese crecimiento urbanístico se perdieron muchos vestigios de su historia, pero esa pérdida comenzó mucho tiempo antes por culpa de desastres naturales y de la subida del nivel del mar entre 6 y 8 metros en dos milenios, provocando que parte de sus riquezas quedaran anegadas por el agua.
En cualquier caso, notarás que el principal eje vertebrador de la ciudad es su Corniche o paseo marítimo con tráfico rodado, de más de 20 kilómetros. La zona donde hay mayor concentración de puntos de interés está en torno al puerto oriental, que otrora era el puerto de la ciudad. En sus espigones se ubican dos referentes del turismo de la Alejandría actual: por un lado, la ciudadela de Qaitbay (donde en su momento se erigía el Faro) y, por el otro, la Nueva Biblioteca de Alejandría. Entre ambos y tierra adentro, la zona considerada como centro, donde se puede tomar el verdadero pulso a la ciudad actual.
Esta ausencia de barrios temáticos hace que los diferentes atractivos del turismo de Alejandría estén diseminados por el casco urbano, aunque a continuación los agrupamos por temáticas para una mejor comprensión.
Los que hagan turismo en Alejandría encontrarán dos grandes espacios visitables: la Ciudadela de Qaitbay y la Nueva Biblioteca de Alejandría. Y ambos, de alguna manera, rememoran dos de las construcciones que dieron fama a la ciudad antigua: el Faro y la Biblioteca, respectivamente.
La Ciudadela de Qaitbay, también llamada Fuerte de Qaitbay, es una bonita y bien conservada fortaleza defensiva con bastiones y amplio espacio interior, construida a finales del siglo XV y principios del XVI, en época mameluca. Su función no era otra que la ofrecer protección ante la amenaza que ya suponía el Imperio otomano, potencia que acabó conquistando la ciudad y el país poco después. Además, proporcionaba un plus de seguridad a los navíos que llegaban al puerto. Y se levantó justo en el lugar donde estuvo el Faro, en la isla de Pharos: una enorme construcción más parecida a un rascacielos moderno que a una mera torre de señalización luminosa y que ya llevaba siglos en ruinas por culpa de derrumbes y desastres naturales, como el terremoto de 1303.
Los otomanos entendieron la utilidad estratégica de esta ciudadela, así que la mantuvieron en funcionamiento. Lo mismo ocurrió con Napoleón, muy dado a instalarse en este tipo de fortalezas durante sus invasiones, y después con el gobernador Mehmet Alí, que emprendió un gran proyecto rehabilitador. A finales del siglo XIX sufrió importantes daños por el ataque de buques británicos, pero durante el siglo XX fue objeto de numerosas restauraciones.
En la actualidad, algunos espacios por los que se pueden mover los turistas son su torreón, salas de diferentes usos, su patio y su mezquita, que ya no se utiliza para el culto. Además, alberga dos museos: uno sobre la vida marina y otro en formato de acuario.
Aparte de todo ello, conviene decir que la Ciudadela de Qaitbay es una buena recomendación para todas las personas que hacen turismo en Alejandría, independientemente de si están interesados o no en la historia y la cultura. Esto es así porque el lugar nos regala algunas de las mejores estampas panorámicas del centro de la ciudad y de su puerto.
La Nueva Biblioteca de Alejandría, o Bibliotheca Alexandrina, fue un ambicioso proyecto de los años 90: un gran edificio de nueva planta y estilo vanguardista, obra del estudio de arquitectura noruego Snøhetta, junto al malecón donde estuvo la antigua Biblioteca. De ella se encontró algún vestigio durante los trabajos, como mosaicos o esculturas de estilo griego. Una institución en la que, por cierto, se produjeron algunos hitos del saber científico, como cálculos sobre la circunferencia de la Tierra o elaboración de mapas astronómicos.
Esta nueva biblioteca está hecha en cemento, granito y cristal, y no solo está concebida como un contenedor de libros y otras piezas (hay varios centenares de miles de libros y decenas de miles de mapas, entre otros): también es un espacio de visita y eventos, como por ejemplo la Feria Internacional del Libro de Alejandría, que se celebra aquí y trae mucho turismo a Alejandría.
Si bien del Faro y de la Biblioteca apenas quedan sus evocadores recuerdos, hay muchos vestigios grecorromanos diseminados por la ciudad. Y algunos de ellos, en muy buen estado de conservación, por lo que suponen una visita obligada para quienes vienen de turismo a Alejandría. En otros casos, aún están por explotar, pues se sabe que bajo tierra hay un importante patrimonio por excavar.
Destacan las Catacumbas de Kom al-Sufaga, que se encontraron de la forma más accidental e imprevista: la caída de un burro en ellas. Llevan el nombre de este barrio humilde que en superficie no ofrece gran cosa, pero que bajo tierra esconde una riqueza incalculable. Se trata de un complejo mortuorio de época romana y se compone de tres niveles de tumbas excavadas en la roca, en los que no falta el triclinio para realizar las celebraciones funerarias y una cámara central. Además, hay loculi o casillas con centenares de enterramientos. Uno de los aspectos más interesantes de estas catacumbas es la sorprendente mezcla de iconografías romana y egipcia en la decoración, quizás para dar mayor solemnidad al lugar: figuras que representan al dios egipcio de la muerte Anubis en cuerpo de legionario romano, reptiles barbudos de estilo grecorromano, medusas griegas con pelo de serpientes…
No era el único complejo funerario subterráneo, ni mucho menos. De hecho, en la actualidad se pueden visitar otros que, aunque no suelen integrarse en los recorridos de turismo de Alejandría, nos ayudan a entender el trato dado a los difuntos en aquellos siglos antes y después de Cristo. Se pueden citar la necrópolis de Anfushi, con varias tumbas cuyas cámaras tenían las paredes policromadas con divinidades egipcias, la necrópolis de Shatby, donde aparecieron estatuillas de terracota que se muestran hoy en el Museo Grecorromano, y la necrópolis de Mustafá Kamal, con esfinges griegas.
Uno de los lugares más importantes de la Alejandría griega era la acrópolis, un cerro rocoso que congregaba diferentes edificaciones, algunas de las cuales se conservan en parte, formando un parque arqueológico visitable. Aquí está, por ejemplo, la Columna de Pompeyo. En realidad, su nombre es erróneo y fue dado por los cruzados medievales, que creyeron que aquí se encontraba sepultado este general romano, rival de Julio César y muerto en Egipto. Se trata de un pilar de granito rojo, de 30 metros de altura, traído de Aswan y dedicado al emperador Diocleciano. La flanquean dos esfinges de granito, de época anterior. También destacan las ruinas del Serapeum (no confundir con el Serapeum de Saqqara), un gran templo religioso que muestra el sincretismo entre las religiones egipcia y griega: Serapis fue una divinidad que mezclaba a Osiris y Apis de los egipcios, y a Zeus y Hades de los griegos.
Otro importante vestigio de este periodo es el Anfiteatro romano Kom Al-Dikka. Es el único encontrado hasta ahora, aunque fuentes de la época aseguraban que había 400 en la ciudad. Sea verdad o una exageración, lo cierto es que esta joya arqueológica para el turismo de Alejandría sería el atractivo principal en cualquier otra ciudad del mundo. De este espacio consagrado al ocio y la cultura se conservan el graderío en muy buen estado, columnas que formaban parte de la estructura, fosos y otros elementos. En realidad, el conjunto integra también un yacimiento anexo con baños y una villa romana, en la que se descubrieron coloridos mosaicos de temática animal: la Villa de las Aves, de la época del emperador Adriano. Por tanto, se puede considerar un museo al aire libre que hará las delicias de los amantes de la cultura antigua.
También se puede mencionar el Templo de Ras El-Soda, descubierto por casualidad en 1936 en una zona residencial con este nombre al noreste de la ciudad y trasladado aquí piedra a piedra por problemas de conservación en el terreno original. El resultado es una estructura que nos evoca lo que fue aquel templo gracias a su gran escalinata y sus columnas de capiteles jónicos.
Como decíamos, esta ciudad fue durante muchos siglos un ejemplo de multiculturalidad y convivencia entre religiones: la egipcia, la griega, la judía y la romana en la Antigüedad, y la musulmana, la cristiana copta y también la judía siglos después. Y aunque en la actualidad la religión mayoritaria es el Islam, algo se puede apreciar aún de esta diversidad de credos.
La zona más netamente islámica es Anfushi, que es la franja de tierra situada entre el gran puerto occidental y el antiguo puerto oriental, de carácter comercial en su origen y deportivo en la actualidad. Esta zona se fue poblando principalmente tras la conquista árabe y experimentó un gran crecimiento durante la dominación otomana. Por ello, las mezquitas más interesantes están aquí, aunque algunas de ellas son muy humildes y en un estado de conservación mejorable. Destaca la de Abu al-Abbas al-Mursi que, aunque se construyó en el siglo XX, se levantó sobre otra anterior. Merece integrarse en la lista de atractivos del turismo de Alejandría porque en ella se venera a ese maestro sufí, venido de Al-Andalus, concretamente de lo que hoy es la región de Murcia: llegó a Alejandría en el siglo XIII empujado, como muchos otros, por el avance cristiano en la Península Ibérica. Murió en esta ciudad y sus restos se conservan en esta mezquita.
Otro templo islámico interesante para quienes hacen turismo en Alejandría es la mezquita Attarin, también conocida como la mezquita de San Atanasio. Este peculiar nombre se debe a que se construyó en el siglo VII sobre una iglesia precedente, del siglo IV, que estaba dedicada a este santo local. Además, esta mezquita ha despertado el interés de muchos viajeros desde el siglo XIX porque se pensó que aquí podría estar la tumba de Alejandro Magno, auténtico ‘santo grial’ de la arqueología moderna. Sin embargo, se acabó descubriendo que el sarcófago que dio pie a esa hipótesis (y que ahora está en el Museo Británico) era del faraón Nectanebo II (último de la Dinastía XXX). Aunque sus proporciones no son tan monumentales como las de otras mezquitas, destaca su bello minarete de varios cuerpos minuciosamente labrados. El conjunto actual es, sobre todo, el resultado de una reforma de comienzos del siglo XX.
El lado copto de la ciudad también despierta gran interés entre quienes hacen turismo en Alejandría. De hecho, aquí se encuentran algunos de los templos más importantes de esta rama del cristianismo, que se divide en varias iglesias: la iglesia copta (o copta ortodoxa), la iglesia ortodoxa de Alejandría y la iglesia católica copta. Todas tienen como su fundador o como santo de referencia a Marcos el Evangelista, obispo de la ciudad en el siglo I d.C. Los principales templos cristianos son:
Por lo que respecta al judaísmo, su seguimiento perdió mucha fuerza con el surgimiento de tensiones regionales tras la creación del Estado de Israel, que provocó la emigración de buena parte de su población. En la actualidad, hay dos sinagogas, siendo la más importante la de Eliyahu Hanavi, recientemente restaurada.
Los amantes de la literatura universal probablemente conozca la ciudad por las obras de algunos grandes escritores, escritas aquí gracias a la inspiración que les producía la cosmopolita vida social de los dos últimos siglos. Por ello, muchos son los que vienen de turismo a Alejandría y realizan un recorrido por el centro en busca de lugares relacionados, sobre todo, con dos personajes: Lawrence Durrell y Constantin Cavafis. El primero fue un novelista británico que ambientó aquí su famosa obra El cuarteto de Alejandría. Y el segundo fue un poeta de origen griego y gran reconocimiento en el país, al que Durrell también hace mención en El cuarteto.
Estos son algunos lugares que puedes añadir a tu recorrido:
Y en este recorrido puedes aprovechar para saborear, literalmente, el ambiente que se respira en el centro de la ciudad. En especial, sus cafés y pastelerías, evocadores de lo que en otro tiempo eran puntos de encuentro de literatos y artistas. Se puede mencionar la pastelería Trianon, en la Plaza Ramla, de gran elegancia y confecciones exquisitas, una de las mejores propuestas para los ‘golosos’ que hacen turismo por Alejandría. Por desgracia, muchos otros han cerrado, como Pastroudi’s Café, el refugio de los personajes de Durrell, al igual que el propio refugio del escritor: su residencia, Villa Ambrom, que fue derribada hace unos años.
También puedes acercarte al puerto oriental a degustar una de las grandes especialidades gastronómicas de la ciudad: el pescado y el marisco, como no podría ser de otra forma. El Fish Market o el Club Náutico Griego son algunos de los lugares más recomendables, elegantes y de oferta más cuidada.
Alejandría es también una de las ciudades más interesantes de Egipto en lo que a museos se refiere. Y no solo ligados a la arqueología grecorromana, sino también con otras temáticas. Lógicamente, el más importante es el Museo Grecorromano, un enorme contenedor de piezas y restos de los primeros siglos de historia de esta ciudad. Su fachada evoca los grandes templos griegos e internamente se distribuye en torno a un gran patio central. A su alrededor, un gran número de salas en las que se conservan piezas de gran valor, como un toro sagrado Apis, en granito negro. También hay salas dedicadas, cómo no, a Alejandro Magno, Cleopatra y Marco Antonio, con bustos o monedas que muestran sus retratos. Además, hay algunas zonas dedicadas a la cultura egipcia, que también fue respetada y promovida por los gobernantes ptolemaicos, así como a la cultura cristiana copta.
Además del Grecorromano y la casa-museo dedicada Cavafis, existen otros museos a tener en cuenta por quienes vienen de turismo a Alejandría:
Aunque ya hemos repasado los principales reclamos del turismo de Alejandría, lo cierto es que puedes emplear tu tiempo en otras muchas cosas, algunas de ellas de lo más sorprendente. Por ejemplo, practicar submarinismo frente a sus costas. Pero no nos referimos a bucear entre peces, flora marina y arrecifes. ¡Eso te lo sugerimos en los numerosos destinos vacacionales del Mar Rojo! Las inmersiones que se realizan aquí tienen otro fin muy distinto: contemplar el patrimonio submarino que todavía hoy se conserva a escasos metros de profundidad. Obras de arte, estatuas de palacios y otros objetos de valor, procedentes de naufragios frente a las costas, batallas militares o, simplemente, por el avance de las aguas del Mediterráneo, que han elevado su nivel entre 6 y 8 metros.
Por ello, hay empresas que se dedican a organizar inmersiones de este tipo, y nuestra agencia puede ayudarte a organizar la experiencia. Algunos de los destinos subacuáticos favoritos son el palacio de Cleopatra, los restos del faro en la isla de Pharos, la cercana ciudad portuaria de Heracleion y Abu Qir, donde se produjeron las batallas navales durante las guerras napoleónicas entre franceses y británicos.
Al tratarse de una ciudad costera, también cuenta con playas. Aunque el turismo de Alejandría no se cimenta en el concepto de sol y playa, hay algunos rincones donde podrás darte un baño si así lo deseas. Un ejemplo de ello es la playa de Stanley Bridge, pequeña y de carácter privado, situada bajo las torres del famoso Puente Stanley. En su entorno, además, se ha impulsado una zona de restauración y compras, a imagen y semejanza de otras grandes metrópolis internacionales.
La ubicación de Alejandría en el extremo occidental del Delta del Nilo la coloca como ‘trampolín’ ideal para hacer excursiones por la costa mediterránea. De todas ellas, la más interesante es probablemente la de El Alamein, lugar famoso por las trascendentales batallas que aquí se produjeron durante la Segunda Guerra Mundial. Por ello, alberga conmovedores memoriales a las víctimas de ambos bandos, tanto aliados como alemanes e italianos. Y también cuenta con un Museo de la Guerra que permite conocer cómo fue aquel crucial episodio bélico de 1942. Además, en El Alamein hay bonitas playas, a menudo privadas y ligadas a los resorts de la zona, pero también puedes explorar otras formas de disfrutar de ellas, pues son muchas las personas que acuden a ellas haciendo turismo desde Alejandría.
Por último, te ofrecemos información que te resultará útil si vas a venir de turismo a Alejandría. A continuación te explicamos cómo llegar a la ciudad, cómo moverte por ella y dónde encontrarás una oficina turística en la que dotarte de mapas y folletos sobre este destino.
Si vas a hacer un viaje de turismo a Alejandría, tienes varias formas de llegar hasta aquí. Una de ellas es el avión, aunque los vuelos directos desde ciudades extranjeras son limitados. Son las siguientes, ya sea en vuelos de carácter estacional o durante todo el año:
En cambio, la opción más habitual para llegar en avión hasta Alejandría es hacer escala en otro aeropuerto local. Estas son las ciudades egipcias conectadas con vuelos regulares:
En cambio, si decides integrar tu viaje de turismo a Alejandría dentro de un circuito más amplio por Egipto, también puedes plantearte la opción de venir en tren, pues cuenta con numerosas conexiones con la capital, El Cairo. Otra de las líneas es la que recorre la costa mediterránea, conectándose con otros destinos turísticos como El Alamein y Marsa Matruh. Sin embargo, es una opción principalmente usada por los ciudadanos locales y menos por las personas que vienen de turismo a Alejandría.
Lo mismo ocurre con el autobús, aunque las posibilidades se han ampliado y mejorado con compañías como Go Bus: con esta y otras empresas de transporte se puede viajar hacia o desde El Cairo, Luxor o Port Said, entre otros.
Sin embargo, la forma más cómoda, segura y rápida es la de contratar un vehículo privado con chófer, ya sea un taxi de 5 plazas o bien una minivan para un grupo mayor. Esa es la posibilidad que pone en tu mano Egipto Exclusivo, tanto para una excursión como para un viaje de varios días con el que hacer turismo en Alejandría a fondo.
En cambio, el ferry no te lo puedes plantear como una opción viable, puesto que el tráfico que maneja el puerto occidental de la ciudad es solo de carácter comercial, sin rutas de pasajeros desde otros países. No obstante, no es descartable que se reanuden ciertas rutas, pues en el pasado estuvo operativa la ruta Venecia-Alejandría.
Una vez que ya estés en la ciudad, tendrás diferentes formas de moverte para hacer turismo por Alejandría. De nuevo, nuestra sugerencia es la del vehículo privado con chófer, pues es la más segura y cómoda, con el que os podréis desplazar sin estar pendientes de los horarios y otros inconvenientes.
El servicio de taxi local os obligará a poner en práctica vuestras dotes negociadoras, puesto que no suelen utilizar taxímetros, sino que la tarifa se pacta antes de realizar el viaje. A modo orientativo, una carrera desde Midan Saad Zaghloul (junto a la principal estación de tranvías) hasta la Ciudadela de Qaitbey podría costar unas 15 LE.
Si tu opción es el transporte público colectivo, ármate de paciencia, sobre todo por las variables frecuencias de paso y la alta ocupación interior que te puedes encontrar. La ciudad carece de sistema de Metro por el momento, pero a cambio tiene una extensa red de tranvías, aunque sus trenes son viejos y lentos. La estación principal es Mahattat Ramla, situada en la plaza Ramla (Midan Ramla). Los microbuses, por su parte, son un sistema que, de facto, solo es usado por los propios alejandrinos.
Si deseas hacer una consulta o informarte sobre algún monumento a visitar, no tendrás muchas opciones para elegir: por el momento solo hay una oficina de turismo en Alejandría. Se sitúa en Midan Saad Zaghloul, cerca de la estación de Ramla. Eso sí: te proporcionarán información detallada y mapas sobre la ciudad, para que puedas organizar tus visitas.
Y si deseas optar por la comodidad de que una agencia con experiencia en el país organice cada detalle de tu viaje de turismo a Alejandría, ¡ponte en contacto con Egipto Exclusivo! Nos podemos encargar del transporte, el alojamiento, los restaurantes, las visitas guiadas a monumentos y mucho más. ¡No dudes en pedirnos información!
Rellena el siguiente formulario para recibir un presupuesto gratis sin compromiso hecho a medida por una agencia especializada en Egipto.
Agencia de viajes y DMC especialistas en viajes a Egipto privados y a medida
Mandala Tours, S.L, NIF: B51037471
Licencia: C.I.AN-187782-3