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Grandes obras del Egipto ptolemaico

Para algunas personas, la época ptolemaica de Egipto no tiene tanto interés como otras anteriores, como las del Imperio Antiguo con sus famosas Pirámides o las del Imperio Nuevo con sus espectaculares tumbas como las del Valle de los Reyes. Sin embargo, lo que no todos saben es que algunas de las ‘joyas’ más fascinantes de aquella civilización se construyeron precisamente en este periodo, y por tanto podrían considerarse una última época de esplendor. En este post te mostramos algunas de las grandes obras del Egipto ptolemaico, que te sorprenderán. 

¿Qué entendemos por Egipto ptolemaico?

Con este término nos referimos al periodo que va desde el 323 a.C hasta el 30 a.C, es decir, entre dos grandiosos personajes de la Antigüedad: Alejandro Magno y Cleopatra. Con la muerte del primero (que había expandido su imperio hasta este territorio) se inicia una dinastía inaugurada por Ptolomeo I Sóter, uno de sus generales, y con el fallecimiento de la famosa reina-faraón termina dicho linaje. 

Por sus orígenes, los gobernantes de esta dinastía dieron un carácter muy helenístico a Egipto, pero para granjearse el favor de la población promovieron también grandes obras al estilo de las construcciones anteriores, como contamos en este post. Muchos de esos templos están en el Alto Egipto y, por tanto, se pueden visitar al realizar un crucero por el Nilo.

Templo de Edfu

Está considerado el segundo templo más grande del Antiguo Egipto, tras el de Karnak, en Luxor. Los trabajos comenzaron en tiempos de Ptolomeo III y se prolongaron prácticamente hasta los de Cleopatra. Está dedicado a los dioses Horus-Apolo, lo que da cuenta del sincretismo religioso tan particular de aquel periodo. Es uno de los mejor conservados y destaca su imponente fachada de pilonos, así como su sala hípetra, su sala hipóstila y su sala de la barca sagrada.

Templo de Kom Ombo

Su estado de conservación no es tan bueno como el de Edfu, pero su visión desde el Nilo resulta imponente. Estuvo dedicado a los dioses Sobek (cocodrilo) y Haroeris (una versión de Horus). Aunque hubo aquí un recinto sagrado ya desde tiempos del Imperio Nuevo, lo que vemos actualmente se remonta a la época de Ptolomeo VI. Destacan las columnas de su entrada doble, así como sus ricos relieves y las innumerables referencias al cocodrilo. De hecho, junto al templo hay un museo sobre este animal sagrado que pobló las orillas del Nilo.

Templo de Isis en Philae

Construido sobre otro anterior, probablemente de la dinastía XXVI, el actual templo está en perfecta armonía con su entorno… pese a que su ubicación original no era esta isla de Aguilkia, sino otra que fue anegada tras la construcción de la presa de Asuán. Hasta aquí fue trasladada piedra a piedra, manteniendo todo su encanto. Está dedicado a la diosa Isis, de la vida y la resurrección, que fue una de las divinidades femeninas más importantes en los últimos tiempos de esta civilización. 

Serapeum de Alejandría

Alejandría se puede considerar, en sí misma, una de las grandes obras del Egipto ptolemaico, pues fue fundada por Alejandro Magno y se convirtió en capital con esta dinastía. Fue también la ciudad en la que estos gobernantes mejor pudieron expresar su helenismo, con grandes construcciones culturales como el Museion y la Biblioteca… Poco queda original de aquella gran ciudad, aunque sus vestigios nos evocan esa época gloriosa. Por ejemplo, el Serapeum, para el culto de Serapis, deidad sincrética greco-egipcia, elegida por Ptolomeo I (el artífice de este templo) como patrón de la ciudad. La columna que se erige en lo alto, no obstante, es posterior, de época romana, en tiempos de Pompeyo. 

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