El Desierto Blanco de Egipto es uno de esos lugares que parecen sacados de un cuento o de una película de ciencia-ficción. Pero es real, y se puede visitar, como hacen muchos de los viajeros que se ponen en manos de nuestra agencia. En este post te contamos qué tiene de particular este lugar, protegido como Parque Nacional a principios de siglo, y te explicamos cómo visitarlo.
Qué tiene de particular el Desierto Blanco en Egipto
Como se puede deducir de su nombre, lo que hace distinto al Desierto Blanco es su color. Por supuesto, su terreno árido es arenoso y pedregoso, con tonalidades marrones claras, principalmente. Pero superpuestas a ese base se extienden espectaculares manchas de color blanco. Esto es así porque se trata de depósitos de tiza blanca, tanto en forma de pequeños montículos como de auténticas formaciones rocosas. Algunas de ellas, por efecto de la erosión diferencial, son tormos que permanecen en pie, con una base estrecha y una cúspide más ancha, dando lugar a interpretaciones de lo más imaginativas.
En otros sectores es posible encontrar dunas de arena fina, que es probablemente lo que a toda persona viene a la mente cuando piensa en un desierto. Pero lo singular es que dichas dunas de arena a menudo conviven con los depósitos de tiza blanca, de modo que se crea un contraste de lo más sugerente, como si fueran ‘olas de roca’.
Este ambiente casi lunar se presta a actividades de lo más diverso, como rutas en 4×4 de lo más emocionante, pero también a propuestas opuestas: sesiones de meditación, yoga y espiritualidad, pues la quietud y el silencio que aquí se respiran invitan a la introspección de uno mismo y a la liberación del estrés. Y la claridad del cielo y la ausencia de nubosidad en la mayoría de días también convierten al Desierto Blanco en un lugar perfecto para actividades de observación del cielo, en especial el turismo astronómico por la noche.
Cómo visitar el Desierto Blanco: datos e información
El Desierto Blanco cubre un área de unos 300 km2: se trata, por tanto, de una pequeña sección del Desierto Occidental, pero resulta igualmente un espacio muy vasto (por ejemplo, el doble que el Parque Nacional de Ordesa, en España). Su ubicación está a unos 570 km al suroeste del Cairo.
La población de importancia más cercana, y desde la que se organizan la mayoría de las excursiones es Farafra y su oasis, ubicado a unos 45 km de distancia. No obstante, también es muy habitual hacer esta actividad desde Bahariya y su oasis, a unos 130 km de distancia, pero más cerca del Cairo (a unos 360 km) que Farafra (unos 500 km).
Cabe recordar que la ley egipcia no permite el establecimiento de campamentos y otras estructuras en un entorno natural de este tipo, pero sí la circulación y el montaje de tiendas durante el día y como máximo durante una noche (pernocta), lo que favorece la organización de actividades como las comentadas más arriba.
Y otro detalle importante a tener en cuenta es su clima: en verano, durante el día, el calor es sencillamente abrasador, superando los 40º-50º, a lo que se suma el hecho de ser un entorno sin sombra, por lo que no es recomendable viajar hasta aquí en los meses más cálidos del año. En cambio, los meses de primavera y otoño resultan perfectos para ello, y el invierno también es una buena época. No obstante, también debes tener en cuenta que la oscilación térmica aquí es muy grande, de modo que las noches invernales pueden llegar a ser gélidas, por lo que conviene llevar ropa térmica adecuada.
Debido a que el Desierto Blanco es enorme y la red de carreteras es muy escasa, resulta imprescindible recorrer este espacio en un 4×4. Y al volante se debe poner un chófer-guía que conozca bien el terreno, para no perder la orientación ni adentrarse en lugares de difícil acceso. Por ello, ponerse en manos de una agencia como Egipto Exclusivo te ayudará a disfrutar con seguridad de esta experiencia.