Son muchas las curiosidades sobre la Ciudadela del Cairo (también llamada ‘de Saladino’), pues su historia es muy larga y en ella sucedieron importantes episodios para la ciudad y el país. Y dado que es uno de los lugares más visitados por los viajeros (muchos de nuestros circuitos la incluyen, especialmente aquellos que dedican al Cairo varios días de estancia), mostramos aquí algunas de las más llamativas.
¿Por qué ‘de Saladino’?
Es muy frecuente referirse a la Ciudadela del Cairo como la ‘Ciudadela de Saladino’. Fue este sultán ayubí del siglo XII el artífice de su construcción… pero no se dio por completada hasta el siglo siguiente. Sin embargo, como reconocimiento a este caudillo cuyo gobierno representó uno de los momentos cumbre del Egipto medieval, a lo largo de los tiempos se ha mantenido dicho nombre para este gran enclave amurallado en lo alto de las colinas de Mokattam.
¿Y por qué no ‘de Mehmet Alí’?
La Ciudadela del Cairo ha experimentado cambios y ampliaciones durante muchos periodos de su historia. Uno de los sultanes que más mejoras desarrolló fue el mameluco al-Nasir Muhammad en el siglo XIV (como veremos). Pero si atendemos a lo que hoy pueden ver nuestros ojos, el gobernante que más modificó su aspecto y trazado fue Mehmet Alí, valí de Egipto a comienzos del siglo XIX, durante el periodo de la dominación otomana. Por desgracia, derribó muchas construcciones, pero levantó otras. Entre ellas, su gran símbolo: la mezquita de Alabastro, donde se encuentra precisamente su tumba.
Destino final del acueducto
Los grandes acueductos, desde la época romana pero también después, tenían como objetivo garantizar el suministro de agua en una determinada ciudad. Y más específicamente, en el lugar más estratégico de dicha ciudad: su palacio de gobierno, a menudo enclavado en una fortaleza. Eso fue lo que ocurrió en El Cairo con su Ciudadela: desde su construcción y hasta la segunda mitad del siglo XIX, aquí estuvo la residencia oficial de sultanes y gobernadores. Por eso, en el siglo XIV, el mencionado al-Nasir Muhammad decidió emprender la construcción del Acueducto del Nilo, que traía agua hasta aquí desde dicho río. Para ello, se construyó una especie de noria que elevaba el agua hasta una torre, a orillas del Nilo cerca del barrio de Fustat, para posteriormente canalizar ese agua mediante el acueducto hasta la ciudadela.
La ciudadela y más allá
El recinto amurallado de la ciudadela, con sus torreones, se conserva relativamente bien y prácticamente íntegro. Sin embargo, en su entorno inmediato había otros espacios que también estaban estrechamente relacionados con ella y que, de alguna manera, formaban parte de su vida cotidiana. Por ejemplo, los grandes establos y, en la zona baja, el conocido como ‘hipódromo’: era un gran recinto alargado utilizado para desfiles militares y ecuestres, así como mercado de caballos. Si uno se fija bien en el mapa del Cairo, aún reconocerá ese gran espacio elíptico en la calle Salah El-Deen.
Trueque ‘desastroso’
Uno de los elementos que se pueden contemplar en la Ciudadela del Cairo es lo que algunos historiadores han considerado el ‘trueque más desastroso’. Hablamos del reloj de la Mezquita de Alabastro y se emplea ese término porque fue un regalo del rey francés Luis Felipe I a Egipto… que nunca funcionó correctamente y actualmente está parado. El regalo fue un agradecimiento, en acto de reciprocidad, hacia Mehmet Alí y Egipto, pues éste había entregado otro presente a Francia como gesto diplomático hacia la nación de Jean-François Champollion, el descifrador de los jeroglíficos en 1822. El regalo que hizo Alí fue, nada más y nada menos, que uno de los obeliscos del templo de Luxor, hoy en la Plaza de la Concordia. De modo que resulta muy desigual lo que entregaron unos (obelisco de varios milenios de historia, en magnífico estado de conservación con abundantes jeroglíficos) y otros (un reloj monumental del siglo XIX que, pese a ser monumental y teóricamente sofisticado, nunca funcionó correctamente).