Muchos son los que, al pensar en un paisaje natural de gran belleza, evocan en su mente bosques frondosos y valles verdes, flanqueados por montañas nevadas. Y no hay duda de que esa estampa es muy hermosa, pero hay otras muchas que no lo son menos. La naturaleza de Egipto nos ofrece muchos ejemplos de ello: pese a que la gran mayoría del territorio del país es extremadamente árido, la biodiversidad que se puede encontrar aquí es sorprendentemente amplia.
Y por suerte para el turista, eso da pie a organizar actividades fáciles de incluir en cualquier circuito por el país. O incluso, organizar un viaje entero con ese atractivo como piedra angular. Por ello, en está página dedicamos unas líneas a su naturaleza, con especial mención a las plantas de Egipto y a sus animales. Y Egipto Exclusivo te ayudará a conocerlos de primera mano, si así lo deseas.
Aunque esta página no pretende ser una enciclopedia sobre la naturaleza de Egipto, sí conviene citar algunos ecosistemas fundamentales del país, precisamente porque los turistas se han fijado en ellos. Y eso ha hecho surgir numerosos paquetes de viaje, que tú también puedes disfrutar con nuestra ayuda. Estos son los ecosistemas más destacados.
No hay duda de que el desierto es el paisaje más famoso de la naturaleza de Egipto. Y no solo porque ocupa la gran mayoría de su territorio, si sumamos la superficie que abarcan el inmenso Desierto Occidental (o Líbico) y el enorme Desierto Oriental (o Arábigo), con su extensión en el norte de la Península del Sinaí.
Pero el desierto es mucho más que una porción uniforme de tierra árida. Repartidos por diferentes lugares surgen paisajes distintos entre sí, pero todos ellos muy atractivos desde un punto de vista turístico. Podemos destacar:
Una de las características del desierto como paisaje natural es que, más allá de su belleza, es un entorno que invita a viajar interiormente. Su sobrecogedora paz, donde se disfruta de un silencio majestuoso, hace creer al viajero que el tiempo pasa más despacio. Por ello, son habituales los viajes espirituales y las experiencias de meditación.
Esto se debe, en buena medida, a otro elemento que forma parte del paisaje natural del desierto: su cielo. Eternamente despejado, durante el día ofrece un límpido color celeste. Y por la noche, el incomparable espectáculo de su manto de estrellas, que aquí refulgen con especial brillo.
Como auténticas ‘islas sagradas’, según la denominación del antiguo griego Herodoto, surgen los oasis, ecosistemas estrechamente relacionados con el desierto. Y lo hacen gracias a algunos acuíferos situados en el subsuelo de algunas áreas, lo que hace posible el crecimiento espontáneo de la vegetación y el establecimiento de cultivos.
Es aquí donde se sitúan algunos de los palmerales icónicos de la naturaleza de Egipto, como el de Siwa. Y cuando la masa de agua presente es mayor, surgen paisajes y ecosistemas acuáticos típicos de grandes lagos, como ocurre en El Fayum, con espacios muy interesantes como el Lago Qarun o la cascada de Wadi El Rayan.
No es el país con mayores desniveles del mundo, ni siquiera de África, pero en esta página sobre la naturaleza de Egipto cabe mencionar una cadena montañosa mundialmente conocida: la Cadena Montañosa del Sinaí. Su fama se debe a su enorme significación religiosa: en el Monte Sinaí, Moisés recibió las Tablas de la Ley por parte de .Dios, y al Monte Catalina (la cumbre más alta del país, con 2642 msnm) llegaron milagrosamente las reliquias de esta santa mártir de Alejandría, transportadas por unos ángeles.
Sin embargo, la Cadena Montañosa del Sinaí también tiene mucho que ofrecer a nivel natural. Y de ello se aprovechan los destinos vacacionales de la costa suroriental de la Península del Sinaí, como Sharm el Sheij, Dahab o Taba. Se trata de un entorno propicio para el trekking y la escalada, destacando lugares como:
La belleza de la naturaleza de Egipto no reside solo en entornos terrestres. Al contrario: para muchos, los lugares naturales más fascinantes se ubican debajo del agua. En concreto, en el Mar Rojo, que baña toda la costa oriental del país. Aquí, sus aguas cristalinas albergan una enorme biodiversidad de peces, cetáceos y corales, entre otros. Y todos los viajeros pueden disfrutar de ello, tanto los más activos (por medio del buceo y el snorkel) como los más cómodos (a bordo de barcos y submarinos turísticos).
En la página dedicada al Mar Rojo y a los destinos de esa zona, analizamos en detalle las especies y los lugares más destacados, pero estos son algunos lugares que enamorarán a los interesados en la naturaleza de Egipto:
El río Nilo, cuyo impacto en el pasado y en el presente del país analizamos en esta página, también representa un paisaje aparte dentro de la naturaleza de Egipto. En este caso, hecho a la medida del ser humano, que lo ha modificado para su conveniencia, sobre todo a raíz del control de las crecidas con la construcción de la Presa de Aswan.
Su vega, cuyo verdor contrasta con el dorado del desierto, ofrece incontables km2 dedicados al cultivo de todo tipo, destacando la caña de azúcar, el algodón, las alubias y los cereales. Pero también son muchos los puntos en los que aún surge una vegetación espontánea de ribera en las orillas y en las islas de su cauce, donde conviven las palmeras, los sicomoros y los juncales, entre otros.
Sus aguas, además, son el hogar de una amplia variedad de peces, lo que ha desarrollado una gran tradición de pesca deportiva. Así se aprecia precisamente en el Lago Nasser, el ‘reino’ natural de la perca del Nilo, de la que hablamos más abajo.
Los diferentes ecosistemas que componen la naturaleza de Egipto hacen que la flora y la fauna cuenten con especies muy distintas entre un lugar y otro, multiplicando su biodiversidad. Los sucesivos gobiernos se han comprometido a preservarla, al sumarse al Convenio sobre la Diversidad Biológica de Río de Janeiro.
El organismo encargado de su estudio calcula que existen el siguiente número de animales y plantas en Egipto:
Pero sin duda, hay algunas especies de plantas y de animales de Egipto que, por su fama, casi pueden adquirir la categoría de ‘nacional’. Llenas de importancia desde la Antigüedad, unas veces por su simbolismo religioso y otras por su utilidad, conocerlas en persona representa un atractivo turístico en sí mismo. A continuación los repasamos.
Hay algunos animales de Egipto en los que vale la pena detenerse, ya sea por su abundancia, por su singularidad o por su importancia histórica, sobre todo en la época faraónica, cuando tuvieron un gran simbolismo religioso. Eso hace que formen parte de la decoración de templos, tumbas y monumentos de todo tipo. En aquel periodo, incluso, eran objeto de rituales de momificación tras su muerte, como se puede descubrir en algunos museos del país, por ejemplo el Sharm Museum de Sharm El Sheij.
A muchas personas, el camello será el primer animal de Egipto que le vendrá a la mente. Y no es para menos: se trata del ‘medio de transporte’ más tradicional en las zonas desérticas desde la época dorada de las rutas caravaneras. Aún sigue siendo muy empleado por la población beduina gracias a su resistencia, capacidad de carga y carácter dócil. También llamado camello arábigo o dromedario, se trata de la especie Camelus dromedarius, se caracteriza por presentar solo una giba, escaso pelaje y un cuerpo menos robusto que el camello bactriano, presente en Asia Central.
Las aves ocupan un lugar destacado en la amplia lista de animales de Egipto. En la actualidad hay unas 400 especies documentadas, muchas de ellas migratorias. El Fayum es uno de los lugares donde mayor diversidad se puede encontrar, sobre todo en otoño. Gracias al arte del Antiguo Egipto, están muy bien documentadas desde aquella época. Con el ibis se representaba al dios Toth y con el buitre, a Nejbet. Pero si hay uno que destaca por ese motivo, ese es el halcón, con el que se representaba al dios Horus, muy vinculado a los faraones. Su aspecto majestuoso cuando extiende las alas es una imagen que simboliza protección e, instintivamente, todos relacionamos con este país.
La naturaleza de Egipto es también el hogar perfecto para los reptiles. Solo en lo que a serpientes se refiere, se calcula que hay más de una treintena de especies distintas, muchas de ellas venenosas. Pero en el imaginario colectivo, la que más presencia tiene es la cobra, pues forma parte de uno de los grandes símbolos religiosos que utilizaban los faraones del Antiguo Egipto: el ureo. En realidad, hay diferentes especies de cobra, aunque la más ligada al país es la Naja haje, también llamada áspid de Cleopatra porque se cree que la utilizó esta famosa reina ptolemaica para suicidarse.
Poco tiene que envidiar en cuanto a fama y popularidad el cocodrilo, en concreto la especie autóctona Crocodylus niloticus. Como se puede deducir de su nombre, su hábitat natural es el río Nilo, aunque en realidad están extendidos por prácticamente toda el África subsahariana. En el Antiguo Egipto se empleaba para representar al dios Sobek o dios-cocodrilo. Un buen lugar para conocer más sobre este animal y su importancia simbólica es el Museo del Cocodrilo de Kom Ombo. Paradójicamente, estos animales de Egipto experimentaron aquí un enorme retroceso, sobre todo a raíz de la construcción de la Presa de Aswan y el surgimiento del Lago Nasser, que hizo desaparecer su hábitat natural en territorio nubio. En cualquier caso, aún habita en las orillas de este gran embalse artificial.
Aunque el animal más relevante en el Lago Nasser es probablemente un pez: la perca del Nilo (Lates niloticus). Algunos ejemplares pueden sobrepasar los 100 kg de peso y capturarlo es el gran sueño de los pescadores más experimentados. Por ello, en este lago se organizan safaris de pesca con ese objetivo.
Hablando de peces: los más hermosos de Egipto los encontrarás en el Mar Rojo. La variedad es enorme, como decíamos más arriba, y la belleza de los ejemplares es fascinante. Si hubiera que destacar uno por encima del resto, podría ser el pez mariposa (género Chaetodon), especialmente en las variedades mapache, enmascarado y diagonal.
Las aguas del Mar Rojo albergan también animales marinos de mayores dimensiones, como rayas, delfines y tiburones de muy diferentes tipos. Pero con permiso de todos ellos, podemos destacar a los dugongos, por ser el único superviviente de la familia Dugongidae y por su singular aspecto. Este sirenio de unos 3 metros de longitud se alimenta de algas y no es precisamente un diestro nadador, pues no suele sumergirse a profundidades superiores a 10 metros, lo cual aumenta las posibilidades de ser avistado.
Por último, cerramos este apartado sobre los animales de Egipto con los corales. No los incluimos en la sección de ‘Plantas de Egipto’ porque, a diferencia de lo que muchos creen, se trata de animales marinos, aunque viven en auténtica simbiosis con las algas y producen esqueletos de carbonato de calcio, lo cual les da además apariencia de roca en algunos casos. Destacar uno sería injusto, pues las formas y colores de todos ellos les hacen merecedores de un hueco aquí. ¡Y de una inmersión para descubrir en persona los arrecifes que forman!
Al igual que ocurre con los animales, hay algunas plantas en Egipto con un gran simbolismo, además de ser abundantes en determinados lugares. En especial, algunos árboles y flores, que forman parte de la identidad misma del país. Así se puede llegar a considerar la palmera, muy adaptada a un clima tan cálido como este. Y en especial, la datilera, que en Antiguo Egipto estaba relacionada con algunas divinidades y rituales religiosos, como el Heb Sed. Pero no menos característica es la Palma de Dum, autóctona del país, con su inconfundible tallo ramificado y sus frutos comestibles.
El papiro es otra de las plantas de Egipto que merece un lugar destacado en esta página. Siglos atrás crecía en todo el Valle del Nilo y en su Delta, aunque ahora ha quedado más circunscrita al sur del país, agrupada en densos matorrales. Su silueta es inconfundible, con un tallo largo coronado por un penacho de hojas en abanico, tan singular que sirvió de inspiración para un tipo de columna típica de la arquitectura del Antiguo Egipto: la columna papiriforme, cuyo capitel adopta la forma de dicho penacho. Pero su rol fue mucho más allá que la mera inspiración artística, pues con él se elaboró el soporte de escritura más utilizado en la época faraónica. No obstante, el hombre ha ido progresivamente minimizando su presencia, por obstruir canales de riego y vías fluviales.
En esta lista de principales plantas de Egipto, podemos situar al mismo nivel el loto (Nymphaea caerulea), también llamado loto de Egipto por estar estrechamente relacionado con su cultura antigua: se abre con el sol y se cierra con la oscuridad, una suerte de renacimiento diario que es análogo a la creencia que aquella religión tenía sobre la vida y la muerte. Además, surge de las aguas estancadas, como la que proporcionaban las crecidas del Nilo, en sintonía también con las teorías que explicaban el origen del Universo, pues eso hicieron Atum o Nefertum al emerger de las aguas primordiales. Al igual que el papiro, también hay columnas con su forma (lotiformes), muy habituales en la arquitectura de aquella civilización.
Como hemos visto, muchas de estas plantas de Egipto se pueden encontrar de manera natural en los diferentes ecosistemas arriba descritos. Sin embargo, también hay jardines botánicos que surgieron con la vocación de conservarlas y mostrarlas a sus visitantes. Estos son los más interesantes del país:
Como decíamos, la naturaleza de Egipto no queda reducida al ámbito del estudio o de la ciencia, sino que también puede disfrutarse desde un punto de vista turístico. Muchas son las actividades que se organizan para acercarse a ella y disfrutarla en primera persona, en compañía de profesionales capaces de interpretarla y explicarla. Estas son algunas experiencias que engloba el turismo de naturaleza en Egipto:
Estos son solo algunos de los ejemplos más populares para los interesados en la naturaleza de Egipto. Pero nuestra agencia puede organizar cualquier actividad que tenga como objetivo conocer la flora y la fauna del país. Así que no dudes en ponerte en contacto con nosotros: pondremos a tu disposición los mejores profesionales en la materia y los servicios necesarios para cada actividad, como el transporte o el alojamiento.
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