Bajo el concepto de Antiguo Egipto se hace referencia a un periodo extraordinariamente largo de la historia de este país: más de 3000 años, desde el 3050 a.C hasta el 30 a.C, aproximadamente. A pesar de ser un periodo muy amplio, hubo una cierta continuidad cultural, pero también importantes diferencias entre unas épocas y otras. Por eso, para que entiendas y aprecies mejor lo que aportó cada dinastía en el Antiguo Egipto, a continuación te damos algunas pinceladas, centradas en sus cuatro grandes periodos: el Imperio Antiguo, el Imperio Medio, el Imperio Nuevo y el periodo ptolemaico.
Las dinastías del Imperio Antiguo (2686-2160 a.C)
Abarca desde la dinastía III a la VI y fue la primera época de esplendor del Antiguo Egipto, cuando sus faraones adquirieron un poder sin precedentes y fueron tratados como auténticos intercesores con los dioses. Y para ilustrar esto, nada mejor que mencionar sus grandes realizaciones: las pirámides. Desde las primeras, como evolución de las mastabas (Pirámide de Saqqara, Pirámide Acodada), hasta las más humildes del final de este periodo, pasando por las más famosas e icónicas: las de Keops, Kefrén y Micerino, de la dinastía IV.
Además, en este periodo se comenzó a utilizar la escritura jeroglífica como recurso decorativo, por ejemplo en el interior de las pirámides. El epicentro de sus obras maestras se ubica en Giza y Saqqara, ambas con grandes necrópolis.
Las dinastías del Imperio Medio (2050-1750 a.C)
Esta época, que abarca las dinastías XI y XII y puso fin al primer periodo de inestabilidad y división en el Antiguo Egipto (Primer Periodo Intermedio), es menos conocida que la del Imperio Antiguo y el Imperio Nuevo, pero un visitante observador sabrá reconocer y apreciar sus principales logros. Su epicentro se trasladó a la nueva capital, Tebas (hoy Luxor) y entre sus obras más interesantes están las esculturas de los faraones, representados con atributos de dioses, pero también las estatuas más pequeñas y humanizadas de los gobernadores locales (nomarcas).
Las dinastías del Imperio Nuevo (1550-1069 a.C)
De la dinastía XVIII a la XX, este periodo es uno de los más fascinantes para todo viajero, con nombres de sobra conocidos como Ramsés II, Akhenaton o Tutankamón. Entre sus grandes aportaciones está el desarrollo de tumbas subterráneas, alcanzando el cénit de riqueza en el Valle de los Reyes de Luxor. La construcción de grandes templos es otra seña de identidad del periodo, como el de Luxor y Karnak.
Además, proliferan las esculturas gigantes, como las del mencionado Ramsés II o los colosos de Memnón, también en Luxor. Pero además de todo lo que se concentra en esta ciudad (antigua Tebas), hay otros destinos de interés para este periodo, como Abydos, con su templo de Seti I como cumbre de la decoración mural en su interior (bajorrelieves policromados), o los imponentes templos de Abu Simbel.
Las dinastías del periodo ptolemaico (332-30 a.C)
Para muchos, este periodo es uno de los más infravalorados del Antiguo Egipto, pues nos ha legado auténticas obras maestras. Acontecido tras un largo periodo de relativa decadencia o estancamiento (Tercer Periodo Intermedio y Baja Época), sus gobernantes de origen griego trasladaron su capital a Alejandría, donde se percibe una clara tendencia helenizante. Pero a cambio, en el Alto Egipto desarrollaron una política de continuidad cultural para congraciarse con la población local, con templos espectaculares como los de Kom Ombo, Philae o Edfu, con su continuación en época romana.
Todas estas características podrás descubrirlas y compararlas durante tu viaje por los distintos destinos turísticos de Egipto, pero también si visitas el Gran Museo Egipcio de Giza, puesto que sus principales salas expositivas están organizadas de manera cronológica.